lunes, 28 de septiembre de 2009

INOLVIDABLES VOCES DE TANGO



Grandes medias voces del tango

SELECCIÓN. De izquierda a derecha, arriba: Ángel Vargas, Raúl Berón y Carlos Dante; abajo: Ángel Díaz, Enrique Campos y Luis Cardei. Se lucieron cantando el tango a media voz.
Sin estridencias, sin alaridos, sin mucho ruido se canta mejor, expresión que pertenece a nuestro gran juglar Jorge Méndez, calza justo para definir a los vocalistas que han dejado su huella en la música ciudadana cantando a media voz. Entre ellos elegimos seis, pero hubo muchos más, y buenos, sin duda.

Hugo Gregorutti
Comenzamos esta evocación con Ángel Vargas, prototipo del cantor intimista, de quien se cumplieron 50 años de su muerte, pero sigue plenamente vigente en su extensa discografía. Nació en Parque Patricios el 22 de octubre de 1904. Modelo del cantor de la orquesta, hablar de Vargas nos remite indefectiblemente a Ángel D’Agostino, con quien plasmó sus grandes éxitos. Lo particulariza su fraseo de un infinito buen gusto y los arrastres como si fuera una voz de baldío. Cultor de un romanticismo esquinero, su estilo sentimental, expresivo, profundo, sin gesticulaciones y aliado al micrófono, permitía a la gente bailar y deleitarse escuchándolo, a la vez. Tenía una dulzura que disimulaba su acento varonil, transmitía simpatía y era sobretodo, un cantor carismático.La dupla D’Agostino-Vargas es, seguramente, uno de los engranajes más perfectos que nos dio el tango. Entre 1940/46 desarrollaron esa etapa fundamental, grabando 94 temas para el sello Víctor. Verdaderas joyas representativas de un inconfundible modo vocal, como: Adiós arrabal, A pan y agua, Viejo coche, Tres esquinas, No vendrás, Palais de Glace, El cuarteador, Shusheta, Ninguna, Muchacho, Mano blanca, El Yacaré, el vals Esquinas porteñas y la milonga El Morocho y el Oriental. En su carrera como solista, alternativamente acompañado por Attadía, Del Piano, Lacava, D’Amario, Stazo, Libertella y el trío de Scarpino, grabó unos 90 temas. De esos 15 años de solista seleccionamos dos tangos: Carnaval de mi barrio, con la orquesta de D’Amario y No aflojés, con Scarpino. Aún sin declinar sus condiciones interpretativas, El Ruiseñor de las calles porteñas murió en una cirugía de rutina (quería estar óptimo para una gira) el 7 de julio de 1959. Los índices de su popularidad se mantienen intactos. Hace falta mencionar otro hecho poco común: Vargas no ha reclutado fanáticos, pero, en cambio, no se le conocen opositores.
RAÚL BERÓN. Atentos seguidores lo ubican entre los mejores cantores de orquesta y como una de las grandes medias voces. De clara estirpe gardeliana, registro de tenor y timbre aterciopelado, su apogeo coincidió con la época de mayor auge del tango: desde su ingreso a la orquesta de Miguel Caló (1939), hasta su retiro de la de Aníbal Troilo en 1955. El amplio y variado repertorio de Berón revela su aptitud para captar todos los temas y climas del género, que abordó siempre con buen gusto y mesura, alejado de los extremos. Fue un cantor cálido e íntimo, que giró en el circuito del tango más elaborado, junto a directores de alta calidad, como: Caló, Demare, Laurenz, Francini-Pontier. Quizá pueda reprochársele cierta oscuridad en la emisión, que por momentos dificultaba la comprensión de las palabras. Nació en Zárate el 30 de marzo de 1920 y, con 19 años, ingresó a la célebre Orquesta de las Estrellas. Debutó en el disco en 1942 para Odeón con un enorme éxito: Al compás del corazón. Entre los 28 temas que registró después sobresalen: Lejos de Buenos Aires y Tristezas de la calle Corrientes, unas joyitas. Siguió su derrotero hasta recalar con Troilo, junto al cantor Jorge Casal. Se pueden recordar de ese ciclo de Raúl los tangos: De vuelta al bulín, Cualquier cosa y Discepolín. La deficiente matricería del sello TK no permitió recopilar esa buena etapa del cantor, que después de 1955 fue solista. Raúl Berón murió el 28 de junio de 1982.
CARLOS DANTE. Al término de su actuación con la orquesta de Manuel Pizarro, en un café parisino de Montmartre en los años 30, un distinguido caballero, en correcto castellano, le expresó: “Lo escuché con mucha atención. Es usted un excelente cantor de tangos. No cambie nunca su estilo. Al tango hay que decirlo, no gritarlo”: Aquel personaje era el famoso barítono italiano Tita Rufo. Y Dante adquirió prestigio y personalidad propia cantando así, siempre a media voz, durante su prolongada trayectoria.Carlos Dante Testori nació en Boedo el 12 de marzo de 1906. Cantor creativo, personal, de afinada y expresiva dicción, tenía la particularidad de darle vida al sentido de cada letra, logrando consagrarse en el más alto nivel de popularidad durante su ciclo inolvidable con De Ángelis, con quien estuvo 14 años (1944/58). Su perseverancia en ensayos, vocalización y respiración, dieron esos frutos. Lo prueban 305 temas que dejó grabados, 139 con El Colorado de Banfield.Tomó la decisión irreversible de retirarse en 1974, para disfrutar en familia. Toda una lección: “Soy consciente de mis limitaciones vocales. Los años no pasan en vano. Prefiero que me recuerden a través del disco”. Y vaya si se lo recuerda. En colecciones de Odeón uno puede disfrutar de incomparables interpretaciones, como: La brisa, Ya estamos iguales, Lunes, Mocosita, Carnaval, Melenita de oro, Cruz de palo, Justicia criolla, Al pie de la Santa Cruz, Compadrón, La Novena, Así es Ninón. Cuando grabó Mano a Mano, en los dos primeros días se vendieron 14.800 discos. El 28 de abril de 1985, a los 79 años, en su casa sufrió un pico de presión y falleció repentinamente. Fue uno de los cantores más queridos, auténtico; por eso perdura en el tiempo.
ÁNGEL DÍAZ. No tuvo la trascendencia que merecía su exquisito fraseo, voz aterciopelada de barítono dulce. Quizás su nombre (que era real), conspiró contra su popularidad, pero lo cierto es que fue un excelente cantor, un deleite para los oídos. Llegó a la orquesta de Horacio Salgán en 1950, después de incursionar con Alfredo Gobbi junto a Jorge Maciel. Fue el primero en grabar en muy buena escala.. Recordemos que en ese aspecto, el pianista no había tenido suerte nada menos que con Edmundo Rivero, rechazado por los sellos por su voz gruesa. El Paya Díaz, quien también escribió algunos tangos, irrumpió en escena a la par de la revolución que gestaba el maestro. Cuando Salgán incorporó en 1952 al colectivero Roberto Goyeneche, encontró en Ángel Díaz —además de su compañero en el rubro vocal-- a un amigo fiel, digno y devoto, que le tendió una mano y lo bautizó El Polaco. Además, tuvo sobre él un ascendiente estilístico, como un sustrato que los dos cantores se complacían en admitir. Esa amistad perduró siempre, a pesar de tomar rumbos distintos.Entre 1952/57 registró Ángel Díaz, para RCAVíctor, versiones de alto vuelo, con el marco luminoso de la música de Salgán: Ensueño, Como abrazao a un rencor, Doble Castigo, Una carta, Malevaje, Vieja Recova, y dos logros superlativos: Motivo de vals y el bambuco colombiano Las Mirlas, en tiempo de vals. Ángel Paya Díaz, indiscutido entre las genuinas medias voces, nació el 25 de abril de 1929 y murió el 11 de diciembre de 1998. Un infarto lo abatió a los 69 años en el camarín del teatro San Martín.
ENRIQUE CAMPOS. Este uruguayo, nacido el 10 de marzo de 1913, fue uno de los cantores distintos que sabía ingeniarse para conseguir Ricardo Tanturi. En 1943, la salida de Alberto Castillo fue un sacudón que el pianista solucionó rápidamente. Hizo cruzar el Río de la Plata a Enrique Inocencio Troncone, quien venía triunfando en su tierra y en Brasil. Con nombre artístico Enrique Campos y 30 años de edad, asumió la responsabilidad de sustituir al consagrado antecesor. Resultó todo un suceso, con su naturalidad, presencia, personal voz y melodioso fraseo. Registró creaciones inolvidables, reproducidas en CDs, como: Muchachos, comienza la ronda (su debut en el disco); El sueño del pibe, Que nunca me falte, Recién, Una emoción, Y...siempre igual, La abandoné y no sabia, Calor de hogar, Giuseppe, el zapatero, Malvón, Igual que un bandoneón. Después incursionó con Francisco Rotundo y de esa etapa merecen destacarse: Llorando la carta y El viejo vals, un acierto a dúo con Floreal Ruiz. También escribió varios temas. Enrique Campos falleció el 30 de marzo de 1970.
Contemporáneo, Luis Cardei, con su voz pequeña y entonada, fue un cantor singular de los años 90. El documental El torcán, de Gabriel Arregui, indaga sobre la vida de un personaje casi único, nacido en Villa Urquiza el 3 de julio de 1944.. Sobrellevó una poliomielitis desde niño, más la hemofilia que provocó su prematura muerte, al contagiarse de hepatitis C en una transfusión rutinaria, el 18 de junio de 2000. El mal no necesitó demasiado para aniquilar un físico tan desgastado. Sus tangos están dichos en voz baja, pero sin exagerar el clima intimista; un cantor en pantuflas. Por ser más contemporáneo, Cardei tuvo algo de ilustres predecesores, particularmente del Angelito Vargas barrial.Seleccionó temas románticos y evocativos, historias de veredas, de las décadas del 30 y 40. Sencillito pero profundo. Sin promoción alguna, se ganó un lugar que su propio modo de cantar atraía. Acompañado por el fueye de su amigo Antonio Pisano se las arreglaba, incluso para grabar. El reconocimiento le tardó en llegar. No le quedó tiempo para más, pero interpretaciones como: Ventarrón, Los cosos de al lao, Charlemos, La novia ausente, Anclao en París, Viejo baldío, Ivette; los valses Temblando y Pedacito de cielo, hablan de un elaborado repertorio para sus posibilidades vocales. Uno de los casos infrecuentes en que, tras la desaparición física, su forma de cantar se incrementó en el gusto de la gente. La discografía no dejó espacio para el olvido. Sus últimos recitales los hizo en mayo de 2000, un mes antes de partir, en el Café Literario Opera Prima de la porteña calle Paraná. “No soy —había dicho Luisito Cardei, quizá aludiendo a la etapa final del Polaco Goyeneche— de los cantores que necesitan golpear el suelo con el pie, ni agacharse como si estuvieran por cabecear un córner”. Lo de él fue siempre lisito, respetuoso, sentido, cálido y sencillo. Un cantor de patio más que de escenario, que supo darle a sus recitales el clima frágil de una recoleta ceremonia para pocos: fugaz, sensible, cómoda y galante.
Texto publicado por El Diario de Paraná, enviado por la Piba de Versalles, Marta Pizzo: ¡gracias, Piba. (Andrés)

viernes, 25 de septiembre de 2009

VILLAS MISERIAS DE BUENOS AIRES



Los orígenes de los barrios precarios en la ciudad
Por Mariano García

Ciudad Oculta, 2007 (Foto: Mariano García)
La historia de las villas miseria en Buenos Aires reconoce dos líneas de fuerza que la mayoría de las veces estuvieron enfrentadas, y en muy pocas ocasiones coincidieron.Por un lado, las distintas corrientes migratorias (internas y externas), que a lo largo del siglo XX modificaron radicalmente el perfil de la ciudad. Por el otro, los intentos de las autoridades municipales y nacionales por encontrar una “solución” –que la mayoría de las veces fue simplemente erradicación e incluso deportación– para el problema que presentaban los asentamientos de familias de bajos recursos que no lograban tener un hogar. En un principio transitorios o de emergencia, con el correr del tiempo esos barrios se hicieron permanentes, y así surgió una nueva categoría social, el villero, y con ella formas culturales e identidades socio-políticas propias.En este informe especial, reconstruiremos una historia hasta el momento fragmentada, poco sistematizada y la mayoría de las veces olvidada. Una historia que, si bien tiene una lógica demográfica, no se puede entender sólo con censos de población. Los datos estadísticos dejan numerosos huecos que algunas veces han sido tapados por la literatura, el periodismo y los testimonios orales de sus habitantes.Las villas miseria, ¿un efecto colateral de la Generación del ‘80?El crecimiento de las villas de emergencia en el país está directamente relacionado a la gran concentración de población en los núcleos urbanos a causa de las migraciones, tanto externas como internas. Buenos Aires creció por bruscos estirones, en dos momentos bien marcados de su historia. “Entre 1880 y 1910, llegaron a la Argentina cuatro millones de europeos, de los cuales el 60% se radicó en Buenos Aires. Entre 1936 y 1947 más de un millón de personas del interior del país se desplazaron hacia las ciudades, empujadas por los desfavorables términos del intercambio económico interno” (1)A principios del siglo XX, la infraestructura de la ciudad de Buenos Aires no estaba preparada para recibir millones de personas llegadas tanto del interior del país como de ultramar. Cuando en 1886 la Capital Federal incorporó a su jurisdicción las alejadas localidades de Flores y Belgrano, la mayor parte de su superficie era campo.Desde un punto de vista estructural y demográfico, las villas miseria quizás sean un “efecto colateral” no calculado por el proyecto de país de la Generación del ’80. La gigantesca granja agrícola-ganadera que abastecía de alimentos al mundo industrializado, concentraba sus riquezas en la zona pampeana, sobre todo en la Provincia de Buenos Aires y en la Capital, centro administrativo del país. Como parte de aquel proyecto agroexportador, se fomentó la “europeización” de la población argentina mediante la inmigración, que generó una explosión demográfica. Entre 1895 y 1914 el porcentaje de habitantes nacidos en el extranjero fue superior al 25%, tal como lo muestra el cuadro I.Cuadro I. Población nativa y no nativa, 1869-1991 (en miles de habitantes y porcentajes). Fuentes: Lobato y Suriano; Atlas Histórico, p. 570. Indec, Censos Nacionales de Población.Pero aquellos inmigrantes que Sarmiento imaginaba como colonos de las vastas extensiones de las provincias, a imagen y semejanza de los farmers norteamericanos, terminaron quedándose en la ciudad-puerto a la que habían llegado, a causa del mayor desarrollo económico y las posibilidades laborales. Ya en el Censo de 1914 la población urbana había superado a la rural, en una tendencia que no dejaría de aumentar con el correr del siglo XX, como se aprecia en el Cuadro II. Cuadro II. Evolución de la población urbana y rural, 1869-1990 (en miles de habitantes y porcentajes). Fuentes: Lobato y Suriano; Atlas Histórico, p. 568. Indec, Censos Nacionales de Población.*Resultados provisionales.La gran concentración de habitantes en zonas urbanas también estuvo alimentada por corrientes migratorias internas. El trazado de las líneas de ferrocarriles del modelo agroexportador del ‘80, concentrado como un embudo en Buenos Aires, facilitó posteriormente la llegada de migrantes desde el interior del país, en un proceso lento que alcanzaría su punto de ebullición en la década del ’40. Pensadas para transportar granos y carnes desde las provincias hacia el puerto, esas líneas ferroviarias permitieron el éxodo de miles de personas, hasta despoblar muchas regiones del país y desbordar a Buenos Aires.Si se ve la evolución de las estadísticas de población, desde 1869 en adelante, se aprecia cómo el Noroeste del país fue perdiendo progresivamente el peso poblacional que sostuvo hasta 1869. Desde la implementación del proyecto del ’80 en adelante, la orientación hacia las zonas del Atlántico es cada vez más fuerte. Ya en 1865, la región pampeana y el área metropolitana suman el 67% del total, tendencia que empareja a ambas regiones hacia 1960, y se mantiene hasta la actualidad con leves oscilaciones.Cuadro III. Distribución de la población por regiones 1869-2001 (en porcentajes). (a) Capital Federal y Gran Buenos Aires.Fuentes: Lobato y Suriano; Atlas Histórico, p. 565. Indec, Censos Nacionales de Población.Hasta aquí, los datos demográficos nos dan un primer mapa de cómo se fue generando la estructura urbana que dio lugar a los primeros barrios de emergencia de Buenos Aires, y cómo se mantuvo hasta la actualidad. De lo que no dan cuenta los números en forma tan exacta es de las decisiones políticas, de las estrategias del Estado para “solucionar el problema”, y de las tácticas de supervivencia de las personas que allí vivieron y viven hasta hoy. Entre las políticas públicas, las presiones de los sectores de poder y las historias de vida de los habitantes de la villa, se desarrolla la siguiente parte de esta historia.Las primeras villas de la ciudadEn la actualidad no hay un consenso acerca de cuál fue la primera villa miseria de la ciudad. La mayoría de los estudios indican que fue la Villa Esperanza, de 1932, pero se pueden mencionar algunos casos anteriores como antecedentes.A mediados del siglo XIX se instalaron en lo que hoy es Parque Patricios los Mataderos del Sur de la Convalecencia, que son los que le dieron al barrio el antiguo nombre de Corrales Viejos, ya que las calles Catamarca, Boedo, Chiclana y Famatina se habían cercado con postes y en su interior se faenaba ganado vacuno, porcino y ovino. También se llamó Barrio de Las Ranas (2), por la cantidad de esos batracios que vivían en los numerosos charcos sucios de la zona, y Barrio de Las Latas, porque de latas, chapas, cartones y géneros en desuso eran las casas en que vivían muchos de sus habitantes, desde Cachi hasta Zavaleta. Es en este mismo lugar donde existió “La Quema”, un vaciadero municipal donde en carro se arrastraba la basura para ser quemada. Ante la necesidad, eran muchos los que acudían a la Quema y revisaban cuidadosamente esa mezcla de excremento y desperdicios para su uso o para obtener alguna ganancia con su venta. A estos antecesores de los cartoneros de hoy se los llamó “quemeros” o “cirujas”, una especie de apócope de cirujano, por la puntillosidad con que revisaban la basura.Hacia 1890, la ciudad tenía 440.000 habitantes, de los cuales 95.000 vivían en 37.000 casillas de zinc y de madera, de chapa o cartón.Pero estos casos, si bien son significativos y sentaron un precedente, no fueron vistos como un problema por el resto de la ciudad; seguramente por la ubicación en la que se desarrollaron, lejos de la opulencia del centro de la Capital. Además, la gran mayoría de la inmigración europea llegada entre fines del siglo XIX y principios del XX, encontró una solución a su necesidad de alojamiento en dos formas originales de vivienda, la casa chorizo y el conventillo. Rosa Aboy estima que en este período “como consecuencia de la inmigración europea, alrededor de la cuarta parte de la población (de Buenos Aires) acabó viviendo en conventillos”. (3) En muchos aspectos, el conventillo anticiparía los conflictos que serían inherentes a las villas miseria, y es una de las primeras experiencias en las que las clases altas se ven incomodadas por la presencia de vecinos pobres. “Después de 1890 el crecimiento de la población agrava el problema de la vivienda para los sectores populares. A pesar de que Buenos Aires se extiende hacia la periferia, formando nuevos barrios donde el trabajador puede aspirar a vivir en una casa modesta, la mayoría de la población obrera vive en la zona céntrica, en los conventillos o casas de inquilinato que proliferan en la ciudad. La histórica Plaza de Mayo se convierte en un poderoso imán para atraer a los inmigrantes pobres y también a los porteños ricos que se ubican en el centro. Los moradores de los conventillos prefieren la plaza a causa de la proximidad a sus trabajos; y allí se radican porque evitan gastos de transporte. Los ricos, aunque se mudan del sur al norte de la plaza, tampoco quieren dejar la zona para irse a vivir a los suburbios. La alta concentración de las instituciones políticas, económicas y sociales en torno a la Plaza de Mayo, así como el prestigio social que la zona encierra, ata a la clase alta al centro de la ciudad. El conventillo y el palacio tipificaban la evolución de los alrededores de Plaza de Mayo” . (4)
Pero a diferencia de las villas, los habitantes del conventillo eran inquilinos. La amenaza que tenían sobre sus cabezas no era la erradicación, sino el alza de los alquileres de las piezas, que en 1907 triplicaban los valores de 1870. Esto provocó una huelga de inquilinos aquel año. Casi 2000 conventillos de la ciudad de Buenos Aires respondieron a la medida de fuerza durante aquel año, en uno de los movimientos sociales más fuertes de principios del siglo XX. El conflicto fue resuelto hacia fines de 1907, pero el problema habitacional recién estaba comenzando.El 27 de septiembre de 1915 se sancionó la ley 9677, más conocida como Ley Cafferata (en homenaje a su propulsor Juan Cafferata congresista y militante católico), por la que se creó la Comisión Nacional de Casas Baratas (CNCB), a los efectos de construir, a precios sumamente accesibles, viviendas modestas para empleados y obreros. “Con esta medida se pensaba extirpar los perniciosos conventillos que tantos dolores de cabeza estaban creando” (5). Este organismo fue el primer ente estatal destinado a dar respuesta a los problemas habitacionales, y es el antecedente inmediato de la autoridad que desde 1956 hasta la actualidad opera sobre las villas miserias, que es la Comisión Municipal de la Vivienda.Con la construcción de viviendas sociales impulsadas por las leyes Irigoyen (nº 4.824, del año 1905) y la mencionada Cafferata, el Estado dio una solución temporal al problema del alza en los alquileres. Habría que esperar hasta 1929, cuando las consecuencias del crack financiero mundial hicieron impacto en estas alejadas tierras, para que la situación desbordara. Fue durante la Década Infame cuando comenzó a tomar forma el novedoso fenómeno de crecimiento de villas miseria en simultáneo a la modernización de la ciudad.A principio de la década de los ’30, el flujo inmigratorio ultramarino fue reemplazado paulatinamente por las migraciones internas. La aceleración del proceso de industrialización por sustitución de importaciones, producto de la crisis de 1929, requería abundante mano de obra, que se nutrió de miles de migrantes que se trasladaban desde diversos lugares del interior del país hacia los centros urbanos, especialmente Buenos Aires, y en menor medida Rosario, Córdoba y Santa Fe. Para 1930 –si bien subsistían algunas zonas vacías– la ciudad de Buenos Aires estaba colmada. Agotada la capacidad de crecimiento poblacional del centro y sus alrededores, creció y se expandió hacia la periferia, impulsando el desarrollo de un cinturón de barrios a un lado y otro de la avenida General Paz, que se terminó de construir en 1941. La crisis económica y el flujo de migrantes internos daría lugar a contradicciones sociales y urbanísticas que estarían presentes en toda la historia de las villas de Buenos Aires. Pero la inmigración europea no fue ajena a este fenómeno. De hecho, uno de los primeros asentamientos de la década de los ’30 fue la llamada Villa Desocupación, conformada por inmigrantes polacos que recibieron refugio por parte del Estado (6). Se los ubicó en galpones vacíos ubicados en Puerto Nuevo, una zona que sería revitalizada al año siguiente, sin dejar por ello de albergar también barriadas pobres. En el año 1932, bajo la intendencia de Mariano de Vedia y Mitre y la presidencia de Agustín P. Justo, se reactivó la construcción de Puerto Nuevo. Allí fue donde surgió Villa Esperanza, villa miseria que por su precariedad hacía recordar a la del barrio de Las Ranas, y que continuaba el fenómeno iniciado el año anterior. Semánticamente se había pasado de la “desocupación” a la “esperanza”, pero ese cambio era sólo a nivel simbólico. Como contracara al surgimiento de los primeros barrios de emergencia de la ciudad, el centro de Buenos Aires se modernizaba. Por esos años, se levantaron los primeros rascacielos del país: el Comega en Corrientes y Leandro N. Alem, y a mediados de la década de los ’30 el Kavanagh, edificio de 120 metros de altura y 31 pisos. El intendente Vedia y Mitre, académico y traductor de poemas ingleses, en su afán de dotar a la ciudad de mayor orden y un plan regulador, también aceleró la apertura de las diagonales Norte y Sur. En la intersección de la Avenida 9 de Julio y Corrientes se erigía el Obelisco.6/9/2007Ver Parte 2 / Ver Parte 3Notas1) Aboy, Rosa; Viviendas para el pueblo, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2005, pp. 23-24.2) De aquí surge el término lunfardo "ranero", que se refiere a quien vive en barrios bajos.3) Aboy, Rosa; op. cit., p. 26.4) Girbal-Blacha, Noemí; La huelga de inquilinos de 1907 en Buenos Aires, en “Historias de la Ciudad – Una Revista de Buenos Aires”, N° 5, Agosto de 2000.5) De Lellis, Stella Maris; «La Colectiva»: de Casa Barata a Propiedad Horizontal, en “Historias de la Ciudad – Una Revista de Buenos Aires” N° 14, Marzo de 2002.6) Blaustein, Eduardo; Prohibido vivir aquí, Comisión Municipal de la Vivienda, Buenos Aires, 2001, p. 15.(*) Fragmento de la tesina de grado "La villa en los medios y los medios de la villa", Facultad de Ciencias Sociales, Buenos Aires, 2007.Los años ’40: crecimiento de las villas y auge de los barrios obrerosPor Mariano García
mariano@octubre.org.ar Villa 31 de Retiro, 2007 (Foto: Mariano García)La historia moderna de las villas, tal como las conocemos, comienza en la década de los ’40. Ya por esos años, surgió la villa más emblemática y más conflictiva del país: la 31 de Retiro. Surgida al pulso del crecimiento de la actividad ferroviaria y portuaria de la zona, también tuvo en su génesis un acento europeo. En 1940, “el gobierno proveyó de viviendas precarias a un grupo social muy castigado, esos habitantes pioneros de lo que sería la villa de Retiro eran de origen italiano y el barrio se conocería durante decenios como «Barrio Inmigrantes»” (1). Hoy el Inmigrantes es uno más de los barrios de la Villa 31, junto al Güemes, Comunicaciones, YPF, y la creciente 31 bis.Más hacia el norte, también junto al ferrocarril Belgrano, surgieron asentamientos de familias de ferroviarios, con el apoyo del gremio de La Fraternidad. En el extremo norte de la villa de Retiro, el barrio fue conocido como Villa Saldías. El crecimiento de estas dos villas –y de otras de la ciudad– fue aumentando con la llegada de pobladores bolivianos y habitantes del noroeste argentino. También bajo la tutela del Estado, a principio de los años ’40 comenzaron a instalarse viviendas precarias alrededor en la zona que se conocía como Bañado de Flores, dando origen al barrio Lacarra.Con la llegada del peronismo al poder en 1945, el problema de la vivienda ocupó un lugar central en el programa de gobierno; ya que para 1947 la ciudad de Buenos Aires tenía casi tres millones de habitantes (2), muchos de ellos en una grave situación habitacional. Como en otros ámbitos de la economía el Estado se hizo presente, para fomentar la construcción de barrios obreros. Esto tuvo gran importancia dentro de las reformas sociales que impulsó Perón. La erradicación de las villas no estuvo dentro de los planes. En ese entonces, el conventillo era la forma predominante de vivienda obrera, y allí apuntó el programa peronista. El proceso de concentración poblacional en la zona metropolitana aumentaba, y el gobierno fomentó la construcción de viviendas sociales que modificaran aquella realidad. La cuestión de la vivienda durante la década peronista no se limitó a la solución mediante la construcción de barrios obreros; sino que además sirvió para apoyar un estilo discursivo y cultural que caracterizó a los gobiernos de Perón entre 1945 y 1955. Alberto Ciria afirma que “el estilo peronista más típico asumió el «todo tiempo pasado fue peor» (…) Las referencias al ayer debían contrastar con el presente perfecto y triunfal” (3). Ejemplos cabales de este estilo fueron películas como Deshonra (Daniel Tinayre, 1952), o Las aguas bajan turbias (Hugo del Carril, 1952), donde se contrastaba un pasado aberrante con un presente de dignidad: en la población carcelaria en el primer caso, en los peones rurales en el segundo. Las charlas radiales de Discépolo fueron otra expresión clara de este estilo retórico. Según Ciria, “constituyen uno de los mejores testimonios de propaganda política peronista para leer y analizar (…) El esquema de estas charlas contrasta el ayer lleno de defectos y promesas incumplidas –no el idealizado ayer del tango– y el presente vibrante, lleno de realizaciones” (4).Esta retórica general del peronismo, que oponía un ayer y un hoy, también se hizo extensiva al problema de la vivienda popular. El periódico oficialista Democracia, en un artículo del 20 de noviembre de 1949 titulado “Lo que no se logró en sesenta años, se hizo en uno”, contrastaba la dignidad de las viviendas construidas por el peronismo con la sordidez del conventillo de esta manera: “En esas viviendas (los conventillos) las amas de casa debían permanecer cerca de la ropa lavada que se había tendido a secar, para que no desapareciera. Hoy en día todo eso ha sido eliminado en más del 90% y los trabajadores argentinos tienen viviendas cómodas, de acuerdo al nuevo «standard de vida»” (5).Fue así como el “derecho a la vivienda” fue una de las reivindicaciones básicas del peronismo, como parte del más general derecho al bienestar. En su estudio sobre la política de vivienda del gobierno peronista (en especial sobre el barrio Los Perales) Rosa Aboy resume dicha acción de gobierno de la siguiente manera: “La decisión de construir viviendas desde el Estado para los sectores más modestos de la sociedad fue puesta en acción desde el inicio del gobierno de Perón. La resonancia social de estas políticas sobrevivió al derrocamiento de su gobierno en 1955. Si bien el número de viviendas construidas por el Estado fue inferior a los 300 mil créditos para la vivienda otorgados por el Banco Hipotecario Nacional a lo largo de la década peronista, el impacto de aquellas políticas reforzó el imaginario de un gobierno aliado de las reivindicaciones proletarias.” (6)A los créditos del Banco Hipotecario Nacional los considera la autora como acción indirecta, mientras que destaca como acción directa las construcciones realizadas por el gobierno. Dentro de este último grupo, sintetiza la construcción de barrios por acción directa del gobierno en el siguiente cuadro:Cuadro IV: Barrios construidos en la ciudad de Buenos Aires por acción directa: Referencias:BHN: Banco Hipotecario NacionalMOP: Ministerio de Obras PúblicasMCBA: Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.Fuente: Aboy, Rosa; op. cit., p. 73.El plan de vivienda de los primeros gobiernos peronistas fue ambicioso, y el Estado se planteó metas récord que en parte fueron cumplidas, pero que quedaron truncadas por el golpe de Estado de 1955. En su mensaje al Congreso de la Nación, del 1º de mayo de 1951, Perón anunciaba que “Por nuestro esfuerzo constructivo directo, al terminar el primer período peronista de gobierno el país tendrá 100.000 viviendas más dignas y confortables, como merecen los trabajadores argentinos.” (7)La acción estatal directa no llegó a esos números, pero el sistema de créditos del Banco Hipotecario Nacional se constituyó en la principal herramienta (indirecta) de desarrollo en el área de vivienda. De acuerdo a las cifras que Perón expuso ante el Congreso en 1951:“Desde 1886, fecha de creación del banco (el Hipotecario Nacional), hasta 1946 –60 años de acción– se habían otorgado créditos para 20.000 unidades de vivienda por una suma de 400 millones de pesos. En los últimos cinco años, el mismo banco entregó al pueblo créditos por 4.500 millones y posibilitó así la edificación de 135.000 viviendas nuevas.” (8)Los Perales – Ciudad Oculta: un caso de convivencia armoniosaSin embargo, la acción de los dos primeros gobiernos peronistas en materia de vivienda social no pudo incluir a un flujo migracional que superó la infraestructura recientemente creada. Las villas miseria siguieron creciendo sin que el gobierno pusiera trabas a ello. En algunos casos, los barrios obreros crecieron en paralelo a las villas vecinas, y muchas veces en una convivencia armónica, como sucedió entre el barrio Los Perales y la incipiente Villa 15 (luego Ciudad Oculta) separados por la Avenida del Trabajo (hoy Avenida Eva Perón) que delimita los barrios de Mataderos y Lugano.“Antes de la construcción de los pabellones del barrio Los Perales, el terreno estaba ocupado por una colonia de vacaciones municipal y, según los testimonios de los vecinos, en sus inmediaciones existían ya algunas villas miseria al otro lado de la Avenida del Trabajo, donde actualmente se encuentra la «Ciudad Oculta», como también algunos ranchos dispersos en el interior del amplio predio.” (9)En el terreno ocupado posteriormente por Los Perales, existía un pequeño asentamiento llamado “Ciudad Perdida”, que durante la presidencia de Frondizi fue reemplazado por nuevas tiras de viviendas que se anexaron a Los Perales. Se puede afirmar que el predio elegido para Los Perales estaba rodeado de villas miseria, a uno y otro lado de Av. del Trabajo: Ciudad Perdida en Mataderos, Ciudad Oculta y Villa Pirelli en Lugano. El origen de la población de Los Perales fue heterogéneo, y no hay fundamentos para afirmar que barrios como éste dieron albergue sólo a familias de migrantes internos. Es posible que muchos habitantes que vinieron del interior del país hayan evitado terminar en una villa miseria gracias a estos nuevos complejos, pero muchos otros también llegaron de conventillos y casas de alquiler porteños. Algunos incluso vivían ya en Mataderos.Las tensiones más fuertes no se dieron entre los vecinos de los nuevos barrios obreros y sus vecinos de las villas, sino entre aquellos y la población más tradicional y de clase media porteña. Fue acerca de Los Perales que surgió una leyenda urbana poco sustentada, perteneciente al imaginario del antiperonismo más rancio, que afirmaba que los nuevos propietarios hacían asados con las maderas de los parquet de las casas. La investigación de Aboy sobre el barrio desmiente esas historias que huelen más a racismo y discriminación que a realidades concretas. (10)A diferencia de la discriminación que soportaban del resto de la ciudad, la relación entre los vecinos de Los Perales y las villas vecinas era más fraternal. Compartían la flamante escuela pública construida en el complejo, bautizada “Escuela Justicialista”. La escuela fue rebautizada en 1955 “Roma” por la Revolución Libertadora, y en los años posteriores las familias de Los Perales prefirieron mandar a sus hijos a colegios privados de la zona, quedando la Escuela Roma exclusivamente para los chicos de Ciudad Oculta, algo que permanece hasta la actualidad.Los testimonios recabados por Aboy, coinciden en trazar una línea divisoria en el año 1955. En el período anterior, “la población de Los Perales parece identificarse con los residentes de la villa vecina, compuesta mayoritariamente, en ambos casos, por obreros manuales” (11). El deporte fue uno de los lazos más fuertes que unieron a los vecinos de Los Perales con los de la Villa 15. Los partidos de fútbol entre equipos de un lado y otro de la avenida fueron el símbolo de una convivencia que perduró hasta los años ’70, según cuentan habitantes de ambos lugares. “La cancha, localizada en los terrenos que actualmente ocupa la iglesia de San Pantaleón, y la alusión a ‘los ranchitos’ vecinos, hablan de una convivencia sin conflictos entre los habitantes del asentamiento precario y de los pabellones. La ausencia de confrontación entre habitantes de la villa y de los departamentos de Los Perales aparece también en los testimonios de Antonio Chabúh, quien refiere que en los primeros tiempos entraba a la Ciudad Oculta a repartir el periódico.” (12) Posteriormente, el barrio de Los Perales iría desprendiéndose (no siempre en forma voluntaria y pacífica) de su identificación obrera y peronista, acercándose más a las clases medias, como ejemplifica esa preferencia por la educación privada. Con el paso del tiempo, también vivirían en Los Perales profesionales, bancarios, empleados municipales y docentes. Con el correr de los años, los barrios se irían distanciando más.José Ocampo, referente social y político al que todos conocen en Ciudad Oculta con el apodo de “Mate”, traza la línea divisoria en los años previos al golpe de estado de 1976: “Hace 25 años, los vecinos de la zona venían a comer asado adentro de Ciudad Oculta, a ver un partido de bochas, a ver un partido de fútbol, había armonía.” (13) Como se verá más adelante, el ambiente no sólo cambió entre los vecinos de Los Perales y de Ciudad Oculta; sino que hacia dentro de la propia villa la convivencia es hoy mucho más violenta.Lo que hay que destacar de estos testimonios de convivencia entre vecinos de Los Perales y Ciudad Oculta, es el hecho de que las villas en sí no aparecieron como “problema” para las autoridades o los medios de comunicación, en tanto no ocuparon terrenos estratégicos de la ciudad. Recordemos que en Mataderos, por los años ‘40, el límite entre lo urbano y lo rural se desdibujaba.Si los habitantes de villas como Ciudad Oculta están en la misma situación de pobreza e “ilegalidad” (de acuerdo con los partidarios de la erradicación) que los de la Villa 31 de Retiro, no se puede entender de otra forma que haya tantos esfuerzos para erradicar la segunda, y dejar en el olvido a la primera. De esto nos ocuparemos en la segunda parte de este trabajo.Por lo pronto, este ejemplo histórico de convivencia nos muestra que las pertenencias políticas en común pudieron en el pasado ser más fuertes que las diferencias socio-económicas objetivas. Con la Revolución Libertadora de 1955, el peronismo pasó a ser aquello prohibido, negado y callado. Lo que antes había sido el aglutinante de estos sectores obreros, se convertía en su estigma. Luego del golpe de Estado del ’55, una metódica limpieza de todo vestigio de peronismo fue llevada a cabo por el gobierno militar. Horacio Benevéntano, nacido en 1937 en lo que hoy es Ciudad Oculta y encargado de la pileta de Los Perales –trabajó allí desde su inauguración–, afirma que “(el Almirante Isaac) Rojas decía que este barrio era un nido de ratas peronistas” (14). Ángel Pissano, vecino histórico que se mudó a Los Perales en 1949, completa el panorama al recordar que “cuando cayó Perón, vinieron a casa y me revolearon todo, los cajones, todo (…) A toda la gente en Los Perales… vinieron con ametralladoras, entraban a las dos de la mañana. Entraron en todos lados, en todos los departamentos” (15). Estas acciones militares no fueron en absoluto hechos aislados. Más bien, constituyen el punto de partida de un rumbo que se inició en 1955, y que tuvo su clímax con los planes masivos de erradicación a partir de 1976.17/3/2008Ver Parte 1 / Ver Parte 3Notas:1) Blaustein, Eduardo; Prohibido vivir aquí, Comisión Municipal de la Vivienda, Buenos Aires, 2001, p. 15.2) Lobato y Suriano; Atlas Histórico, p. 566. Indec, Censos Nacionales de Población y Vivienda.3) Ciria, Alberto; Política y Cultura Popular, la Argentina peronista 1946-1955; Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1983, p. 262.4) Idem, p. 256 (resaltado en el original).5) Citado en Aboy, Rosa, op. cit., p. 58.6) Aboy, Rosa; op. cit., p. 42.7) Perón, Juan Domingo; Mensaje al Honorable Congreso de la Nación al inaugurar el 85º período de sesiones ordinarias; Tomo I – Conceptos Doctrinarios, Presidencia de la Nación – Subsecretaría de Informaciones, Buenos Aires, 1951, p. 110.8) Idem.9) Aboy, Rosa; op. cit., p. 122.10) Por supuesto, no se descarta que ello haya podido ocurrir en algún caso en particular, pero la leyenda urbana hace referencia al conjunto de la población. Ni siquiera es necesaria una investigación profunda al respecto, basta con visitar las viviendas para constatar que la mayoría aún hoy mantienen los pisos originales.11) Aboy, Rosa; op. cit., p. 131.12) Idem, p. 140.13) Entrevista a José Ocampo (“Mate”), realizada en Ciudad Oculta en noviembre de 2003.14) Entrevistado por Rosa Aboy, op. cit., p. 132.15) Idem, p. 130.(*) Fragmento de la tesina de grado "La villa en los medios y los medios de la villa", Facultad de Ciencias Sociales, Buenos Aires, 2007.http://www.solesdigital.com.ar/El inicio de las políticas de eliminaciónPor Mariano García mariano@octubre.org.ar
En su discurso ante la Asamblea Constituyente de 1949, Perón ya se había referido al problema de la vivienda expresando que “es ya intolerable soportar la miseria en medio de la abundancia. A esta cuestión hay que ponerle término de una vez” (1). Como en tantas otras cuestiones, los golpistas del ’55 fueron en contra del sentido de las políticas peronistas. Para ellos también era intolerable la miseria en medio de la abundancia, pero en el sentido inverso. En lugar de construir viviendas para los pobres, decidieron erradicarlos de la ciudad.En 1955, las villas miseria se encontraban en permanente crecimiento. “Hacia 1955, año de la Revolución Libertadora, a las villas de Retiro, Bajo Belgrano y Lugano había que sumar una larga serie de nuevos núcleos villeros, algunos bautizados con nombres picarescos o maliciosos que quedarían incorporados en ciertos lugares ambiguos de la cultura popular: Villa Fátima, Villa Piolín, Villa Medio Caño, Villa Tachito, Villa 9 de Julio” (2).Al año siguiente, se creó la Comisión Nacional de la Vivienda, cuya primera misión fue censar a la población de la ciudad. En un primer informe elevado al Poder Ejecutivo, se informó que en la ciudad existían 21 villas, habitadas por 33.920 personas. Para el área metropolitana, la población villera alcanzaba la cifra de 78.430. “Cuantificar la población villera significaba, por primera vez y en el mismo acto, asumir el tema de las villas como «problema». A renglón seguido, la solución ideada, por entonces original, era la de la erradicación” (3). Pero aquellas primeras políticas de vivienda referidas a las villas de la ciudad no contemplaban únicamente la erradicación forzosa. También intentaron dar algún tipo de respuesta, ofrecer una mejor opción a los erradicados, conjuntos de viviendas quizás inspirados en los construidos en la década anterior, pero sin la fuerte carga simbólica y política de los llamados “barrios peronistas”. En los siete años siguientes, el plan elaborado por la CNV apenas si llegó a construir 214 viviendas que dieron alojamiento a 1.284 personas, sobre un total de 34.000 pobladores de villas. Los resultados estuvieron muy lejos de los obtenidos años antes por el “régimen depuesto”. Si en el período 1948-1954, el promedio anual de viviendas sociales construidas por el Estado ascendió a 840, entre 1956 y 1963 fue solamente de 30,5. El Estado no podía dar respuesta a los problemas de las villas, y con su flamante política de erradicación fue convirtiéndose de a poco en un enemigo para sus pobladores. Esta avanzada erradicadora tuvo su contrapartida en 1958, cuando se constituyó la primera Federación de Barrios y Villas de Emergencia, que articuló las comisiones vecinales de diversas villas porteñas. Eduardo Blaustein, en su libro “Prohibido vivir aquí” editado por la propia CMV, hace el siguiente balance de estos primeros intentos fallidos de erradicación: “En el fracaso del primer intento erradicador no sólo hay un revés «de gestión» o «cuantitativo» sino el asomo de nuevos desafíos a ser tenidos en cuenta, ligados a la articulación entre las instituciones y los villeros como actores sociales y a las mediaciones que deben establecerse. Lo que comienza a perfilarse en ese primer fracaso es una historia pendular en la que el Estado pasa de aceptar amistosamente o a regañadientes a las organizaciones villeras como interlocutoras, a intentar cooptarlas o a pasar por encima de ellas destruyéndolas y a menudo creando otras nuevas, funcionales a sus necesidades. O en los casos más extremos de las experiencias golpistas de 1966 y 1976, a pasarles por encima con topadora y tanqueta.” (4)El panorama de fines de los ’50 y principios de los ’60, estará marcado entonces por la creciente presión erradicadora por parte del Estado, y como contracara, la mayor organización y politización de la población villera. Durante los gobiernos de Frondizi y Guido, los planes de viviendas provisorias fueron un fracaso, al tiempo que el gobierno municipal a través de la Comisión Municipal de la Vivienda reconocía a la Federación de Villas de Emergencia como un interlocutor legítimo. Para 1963, existían en la ciudad un total de 33 asentamientos precarios, con una población aproximada de 42.462 habitantes.Si bien la figura del Padre Carlos Mugica se asocia a la década de los ’70, ya desde 1961 el cura tercermundista estaba instalado en la Villa 31 de Retiro. También en esos años, los barrios Comunicaciones e YPF de esa villa comenzaron a desarrollar organizaciones asistenciales y educativas.Con el transcurrir de la década, las políticas estatales fueron endureciéndose. En agosto de 1963, la Federación de Villas de Emergencia entregó al presidente Illia un pliego de reivindicaciones, orientadas al mejoramiento de la calidad de vida de la población villera y al reconocimiento oficial de la Federación. El gobierno aceptó las demandas, y en agosto de 1964 se aprobó la ley 16.601 de construcción de viviendas, con la finalidad de erradicar las villas de emergencia.Una vez más, los planes se cumplieron sólo en forma parcial, hasta quedar interrumpidos por la llegada al gobierno de Juan Carlos Onganía, por la vía del golpe. Fue entonces, que los representantes políticos de las villas reforzaron su identificación con el peronismo. “En un marco de crisis política –el peronismo, proscripto en las elecciones presidenciales, triunfó en los comicios que se realizaron en el '65– las relaciones entre la Federación de Villas y las autoridades volvieron a agriarse, en el habitual marco de amenazas de desalojos, de incendios intencionales, pero también, de la articulación endurecida entre representantes villeros y sectores del peronismo (…) El acercamiento entre el incipiente movimiento villero, los partidos y diversos sectores del peronismo fue importante en la obtención de conquistas y para engendrar un cierto nivel de combatividad” (5).Combatividad, palabra clave que concentra el espíritu del período que se iniciaba en 1966.Experimento NHTEn lo que refiere a barrios de emergencia, su trazado y ubicación urbana, la llamada “Revolución Argentina” dejó una impronta que se mantiene imborrable hasta el día de hoy. Un experimento que sólo pudo llevarse a cabo gracias a una inédita cuota de autoritarismo y presupuestos cuasi científicos de una incoherencia que todavía sorprenden. Se trata de los Núcleos Habitacionales Transitorios, o NHT.Desde mediados de los ’60, la población villera del país comenzó a crecer a una tasa del 15% anual. En 1968, el Ministerio de Bienestar Social se hizo cargo del problema habitacional, al publicar su “Plan de erradicación de las villas de emergencia de la Capital Federal y del Gran Buenos Aires”. Las acciones planificadas, preveían la erradicación y “alojamiento transitorio”. Blaustein describe al plan de esta manera: “El megaplan diseñado por los equipos técnicos del Onganiato (…) era el más forzudo intento de erradicación jamás conocido hasta entonces. Su meta: dar vivienda a 70.000 villeros de la Capital Federal y a otros 210 mil del conurbano. Total: 280.000 erradicaciones y realojamientos. Aquí no se trataba de dar pasos intermedios, ni de mejorar las condiciones de las villas, sino simple y llanamente de erradicarlas mediante un despliegue formidable de recursos humanos, técnicos y financieros” (6).Para otorgar alojamiento a semejante cantidad de personas en situación precaria, se preveía la construcción de 8.000 viviendas. Una cifra que debería opacar a los históricos planes de vivienda de los primeros gobiernos peronistas. Debería, porque en vez de casas dignas, lo que se construyó fueron reductos intencionalmente inhabitables, como parte de la experimentación en cuestiones urbanismo y política habitacional.Fue así que nacieron 17 Núcleos Habitacionales Transitorios, con unidades de apenas 13,3 metros cuadrados para cada familia. “Se suponía que los villeros debían (…) "readaptarse", antes de ser trasladados como gente civilizada a sus nuevas viviendas. Expertos sociales serían los encargados de «motivar» a los villeros para dejar atrás sus pésimos códigos de conducta. La idea de que los Núcleos Habitacionales Transitorios (NHT) fueran levemente estrechos (…), el que fueran de una pésima calidad constructiva y el que se prohibiera expresamente a sus pobladores efectuar en ellos cualquier tipo de mejoras (desde poner un toldo a pintar un marco de ventana, tener coche o perro), respondía a una idea sagaz: al verse obligados a vivir en condiciones tan espantosas, los villeros, como perros de Pavlov bien adiestrados, se verían inundados por ansias de superación y, entonces sí, desearían esforzarse para mejorar, cosa que a ellos nunca se les hubiera ocurrido” (7).El plan se cumplió sólo en parte. Miles de personas fueron reubicadas a partir de 1969 en los NHT, pero el carácter transitorio se fue haciendo cada vez más permanente. Cinco años después del golpe de 1966, ninguna de las viviendas “definitivas” (las que debían ocupar los reubicados luego de su paso por los NHT) había sido construida. En la actualidad, los NHT siguen dando alojamiento a numerosas familias, como un apéndice de las villas de emergencia, con el mismo hacinamiento y en las mismas condiciones de pobreza. La idea de la supuesta función “civilizadora” y “reeducadora” de los NHT continuó hasta los últimos días de los gobiernos militares. Testimonio de ello da Mary Burgos, vicepresidenta de la Comisión Vecinal del NHT “Eva Perón” ubicado junto a Ciudad Oculta. Mary provenía de la Villa 1-11-14 del Bajo Flores, donde vivía con su madre desde los 8 años, y fue una de las “beneficiarias” de los planes NHT: “El proceso militar nos trasladó acá como parte de las erradicaciones de villas de la Capital Federal. No debían existir las villas, entonces se los llamó Núcleo Habitacional Transitorio. Estos barrios eran «para educar a los villeros», para después pasar a una vivienda propia, una vivienda digna. Vinimos acá en el ´80. Cuando llegamos nos encontramos con dos piecitas, de 4 por 4, un baño sin terminar, los pisos sin mosaicos, había letrina. Yo en la villa tenía inodoro, tenía mi piso de cerámica, así que no entendía si me iban a educar o iba en retroceso” (8).Se ve entonces cómo el Estado, ante la cada vez más dificultosa erradicación de las villas de emergencia, resolvió el problema haciendo uso de un curioso recurso semántico, que dio un nuevo nombre técnico al viejo problema de los asentamientos precarios. Con una particularidad que no puede pasarse por alto: con la construcción de los NHT, el Estado creó una nueva categoría de vivienda: la vivienda precaria construida por el Estado.El rol del Estado históricamente fue el de construir barrios obreros (con una amplia variedad de opciones utilizadas, desde los monoblocks hasta los chalets de tipo californiano) para dar vivienda a los habitantes con menos posibilidades económicas. Con el proyecto de los NHT, las autoridades gubernamentales realizaron una acción imposible de categorizar. Optaron por diseñar trazados urbanos tan intrincados y angostos como los de un asentamiento espontáneo, muchas veces con instalaciones más precarias que las casillas hechas de chapa y cartón, con la sospechosa esperanza de que ello despertara en sus habitantes el ánimo de superación y decidieran por si mismos (finalmente) vivir en barrios “decentes”.Este proyecto conductista no sólo fue un fracaso, sino que generó un efecto opuesto al deseado por el gobierno militar. En vez de dispersarse en barrios formales en busca de acceder a un status más cercano a la clase media-baja obrera, la población villera se organizó cada vez más. 12/5/2008
Notas:1) Citado por Aboy, op. cit., p. 43.2) Blaustein, Eduardo; op. cit., p. 16.3) Idem.4) Idem, p. 17.5) Blaustein, Eduardo; op. cit., p. 23.6) Idem, p. 29.7) Idem, pp. 29-31.8) Entrevista a Mary Burgos, realizada en Ciudad Oculta en enero de 2004. (*) Fragmento de la tesina de grado "La villa en los medios y los medios de la villa", Facultad de Ciencias Sociales, Buenos Aires, 2007.

EL FILETEADO



El fileteado, un estilo porteño para la imagen ciudadana


Por Catalina Pantuso
Fotos: Cecilia Ivanchevich




Durante la tarde del domingo 22 de mayo, en el barrio del Abasto, se llevó a cabo un singular desfile de antiguos carros, camiones y otros coches fileteados. El motivo de este evento fue la inauguración de Pantaleón del Abasto (Lavalle 3083), un nuevo restaurante y tango show muy bien ambientado por el artista plástico Fabián Pereyra.Durante mas de dos horas los asistentes al evento, y muchos transeúntes accidentales de avenida Corrientes y de las calles Ecuador, Lavalle y Anchorena, se vieron sorprendidos por el paso de una larga caravana de más de 50 vehículos convertidos en verdaderas piezas de arte. Se vieron, entre otros, el carro lechero, el "querosenero" y el verdulero; una camioneta Ford F100, y un viejo camión Chevrolet 440. Participaron también un par de “mateos” y un "tramway" de 1870 que unía la estación Sáenz con Avellaneda. El escenario se levantó sobre la calle Lavalle, y desde allí el locutor revivió un trecho de historia porteña, cuando el viejo Mercado del Abasto funcionaba como centro de distribución de frutas, verduras y alimentos en general. Con singular estilo hizo una pequeña referencia a los orígenes del filete y describió cada uno de los carros.El Fileteado, patrimonio intangible de la Ciudad de Buenos AiresEl fileteado porteño se ha constituido, desde hace varias décadas, en un icono popular, en la misma forma que el tango representa a Buenos Aires y Quinquela Martín al barrio de La Boca. Tuvo su origen en la decoración de carros de verduleros, lecheros y panaderos, extendiéndose a otros vehículos de tracción a sangre, para luego pasar a camiones colectivos y tranvías.

A fines del 1800 Vicente Brunetti, un italiano que pintaba carros, decidió que no lo haría como siempre de color gris y le puso colores vivos a su trabajo, agregándole líneas en dos tonos. Al ver que el cambio era aceptado se le fue agregando con el tiempo frases y refranes del imaginario popular. A principios del año 1900 Salvador Venturo fue agregando en sus obras arabescos, volutas, hojas del acanto tal vez copiando los frentes de la arquitectura de la época.En la década del '40 el fileteado adaptó sus formas a los nuevos vehículos, fruto del progreso que van sustituyendo paulatinamente al carro. Se incorporó la imagen de Carlos Gardel, entre otras imágenes, y así desfilaron por las calles porteñas carritos verduleros, lecheros, etc., adornados con florcitas de cinco pétalos típica de ésta técnica junto con la imagen protectora de la Virgen de Luján.A finales de 1968, conjuntamente con la progresiva desaparición del filete de los medios de transporte, se produce su revalorización. La crítica y el circuito de arte realizan una tardía reivindicación organizando las primeras muestras de fileteadores en destacadas galerías de arte. “Las libreas de los colectivos constituyen una de las más importantes expresiones del pop art, y son la contribución argentina más original al escenario artístico mundial... Este pop subterráneo es mucho más vital y gratificante que el institucionalizado e imitativo pop de la galería del Instituto Torcuato Di Tella, especie de Nash House en Buenos Aires” (Reyner Banham, 1968).En 1975 una ordenanza municipal prohibió el fileteado en los colectivos por considerar que distraía al resto de los conductores. Esta situación afectó en gran modo a los maestros fileteadores, que perdían una importante fuente de trabajo. Consecuencia de ello es que el fileteado se realice no solamente con fines estéticos, sino también como manifestación de los valores socioculturales del hombre de Buenos Aires.La relación entre el tango y el filete no es casual, ambos parten de una misma necesidad: la de expresar la nueva identidad porteña, surgida del maremoto cultural en que se vieron inmersos nativos e inmigrantes. Tango y filete, como los definiera el poeta Horacio Ferrer, son hermanos. Esta hermandad artística se nutre de la filosofía del habitante de la ciudad, expresada en forma literaria a través de las frases y leyendas que llevaban los carros y camiones, muchas de ellas extraídas de tango famosos. Coincidentemente, además de su origen humilde, ambas artes en un principio también sufrieron la marginación por parte de la elite cultural. El tango, considerado vulgar por mucho tiempo, fue excluido de los salones de la burguesía porteña. Sin embargo, al trascender las fronteras y triunfar en Europa y los Estados Unidos. Regresó a la Argentina ya consagrado definitivamente. Del mismo modo, el filete en un principio fue ignorado por artistas e intelectuales.En la actualidad el fileteado porteño se ha instalado también en el caballete del artista plástico y goza de un buen reconocimiento en el exterior. Actualmente este estilo pictórico ligado directamente al tango y al mundo de trabajo duro y esforzado, da testimonio de los rasgos más destacados de la identidad porteña y está considerado “Patrimonio Intangible” de la Ciudad de Buenos Aires. El Fileteado porteño, la imagen gráfica del tango Así como los sensuales movimientos del tango demarcan el sutil ir y venir de una línea imaginaria dibujada por los cuerpos, el fileteado ornamenta —con ese mismo trazo—bares, restaurantes, interiores de viviendas, muebles y objetos.

El poeta Horacio Ferrer, Presidente de la Academia Nacional del Tango escribió sobre el fileteador:

“Oh, qué estética con barrio,/ barroquismo y bandoneón,/ miniaturas de arrabales/ en paisajes de alcanfor. Compadrito apuñalado/ por los ojos de un pintor,/ la decora a Buenos Aires/ con su adiós multicolor”.

César Fernández Moreno: ARGENTINO HASTA LA MUERTE


César Fernández Moreno: Argentino hasta la muerte



He nacido en Buenos Aires,
¡Qué me importan los desaires
con que me trata la suerte!
Argentino hasta la muerte,
He nacido en Buenos Aires.
Guido y Spano,1895




A Buenos Aires la fundaron dos vecesa mi me fundaron dieciséisustedes han visto cuántos tatarabuelos tiene unoyo acuso siete españoles seis criollos y tres francesesel partido termina asícombinado hispanoargentino 13 franceses 3suerte que los franceses en principe son francesessi no qué haría yo tan españolnací por fín hermanosen esta dulce amarga picante insípida tierra argentinanacía en Chascomús en Buenos Airesnací en tantos lugares casi todos con aguacuando empezó mi desarrollo se acabó el del paísuna hija me nació de cada orejafallecí en una playa de Vigovuelvo a nacerme cada vez que amome naceré en París con lluvia fina porque yo hermanos igual que Buenos Airesno estaba aquí me trajeron de Europame trajeron por piezasprimero una mitad la otra dos siglos despuéstengo entonces dos piernas como desparejasuna pisa el abismo de malones y humootra un muelle reciente sobre el río de barroabierto así en el tiempo camino rengueandoy bueno soy argentino

a mi abuelo más histórico lo mandó Carlos el Hechizadole ordenó respirar estos aires no aquéllosporque el tipo según dice mi tío Mariose apuntaba cierta dama de la cortecontra los mejores derecho de su majestadexcelente medida del buen reyaquí las ñustas no eran problemafue así como ese abuelo españolísimo gauchísimofundó una dinastía de capitanes de fronteraes decir de terratenienteses decir de políticos conservadoresdoña Agustina la pegó en gran formaal casarse con un tal Ortiz de Rozaspero después la casa fue poniéndose fealas mesas de caoba se fueron enchapandolos picos de gas quedaron abandonados entre los cairelesy sobrevino la era del querosénentonces es claro muera la caoba macizay viva el querosén ese combustible tan distinguidoal final a mamá la arreglaron con quinientas hectáreasy bueno soy argentino

Napoleón y un ejército de abuelos francesesquisieron invadir España pobre d´eyopero hubo una española que se dejóinvadir ella sí por el míoproduciéndose a la larga una niñitacon quien vino a casarse mi español más recienteel abuelo de quien desciendo másel verdadero Baldomeroel que cambió su huerta de Bárcena por una ropería en la avenida de Mayo y dale al por mayor algo muy simplecomprar a tanto vender a cuántoel estado gendarme vigilaba sin mucho entusiasmoeste mundo era nuevo qué fácil ponerse las ofrecidas botastambién era fácil arruinarse dejar a la familia entre cachivachespero no era tan fácil ser el padre del gran poetay sin embargo se le diotampoco era fácil ser el hijo del gran poetay sin embargo se me dioEl hijo por Baldomero Fernandezpuro por cruza con la Negrita Lópezella no se veíaél clausuraba el horizontecada paso que doy se me caen encima setenta balconesustedes dirán acabala con el viejopero cómo dejar de ser overo de tal tigredisculpen la riquezalas telas de mi abuelo las recibí en palabrasahora con mi tesoro voy cruzando la pampaatravesando las calles desiertas con los bolsillos rebosantes de piedras preciosasy bueno soy argentino

así engendrado y concebidome muevo como buzo ágil a distintas alturas de la sociedadcomo avión con base bien situada y mucha autonomía de vuelotengo suficiente confianza con el boy Julitopero soy uno más entre los pibes que vivían en los ranchos junto a la lagunayo les prestaba mi bicicleta importada una vuelta manzana a cada unoyo no fumaba ni decía malas palabras ni amenazaba con ir al prostíbulotampoco iba al catecismo como ellosyo creía que el padrenuestro no era más que un tangopero todos barajábamos los mismos cubitos de mármol sobre el dorso de la misma manopero todos mordíamos los mismos damascos sobre los mismos techos de cinctodos éramos iguales ante la ley bajo el farol de la esquinaese provinciano mediador entre el cielo de oro y la calle de tierraoscilante a la altura de las hojas más claritas de los plátanosrodeado por un halo de insectos predispuestos a la muerte rápidatodos éramos iguales iluminados así desde arribaarrastrando las zapatillas en el colchón de polvo del veranoasí soy de todas esas manerasguerrero campesino comerciante poeta perhapsespañol francés indio casi segurorico pobre de todas las clases y de ningunay bueno soy argentino

ma de qué argentino me estás hablandoqué clase de argentino sos vos que no sos italianopa'ser bien argentino tenés que ser semitamomentito momentito que yo soy del Morenosí yo simulé educarme en ese colegio nacionaluna dos y tres el Moreno otra vezallí aprendí el eppur de Galileo y la pizza de Tuñínno es cierto Gennarelli Robiglioallí me amontoné con esos otros margentinos de perfil asirio o bereberno es cierto Grosman Paleyy todo era lo mismo todos gritábamos cuando pasaba cualquier mujerno es cierto Robiglioman Grosmicellia todos nos deleitaban la banana split y las memorias de la princesa rusatodos pusimos un poco de fuerza en aquella piña panamericana de Luis Angel Firpopero todos malogramos nuestra chance frente al malvado Billy Petrolletodos nos quemamos con Carlitos Gardelpero todos resucitamos con Juan Manuel Fangiocinco veces campeón mundial el más grande de los argentinos si todas las actividades fueran lo mismopero nuestra única religión verdadera era el fútboltodos rezábamos de memoria aquel rosario de once cuentasque comenzaba Bosio Bidoglio y Paternóstery así con unción hasta acabar con el punzante wing izquierdoy todavía nos disolvemos todos en las tribunashoy que el progreso cambió los tablones de madera por el cemento seguro y seguidodonde la multitud que viene tempranito para encontrar sitio entre sí mismano tiene más remedio que orinar contra sí mismapero el asunto ya no cae abajo sino que desciende armoniosamente grada por grada y uno ya no se puede sentar qué macana y bueno soy argentino

también conozco a fondo los rulemanes de la burocraciayo manejaba un afilalápices hasta una máquina de calcular fijenséun ascenso para nosotros era tan emocionante como el galope final de un westerntambién soy abogadoes la manera más intensa de ser argentinodemandaos los unos a los otrosdos o tres argentinos no son abogadosme refiero a los escribanospero nadie está nunca en su despachonunca está porque nunca escómo ser argentino sin una secretariapor favor dónde están dónde son los argentinosel médico está haciendo políticael empleado está haciendo tiempoel abogado está haciendo versitos ¿no ven?en rigor nadie tiene profesiónhay tan pocos antecedentes es facilísimo parecer hábilse puede hacer cualquier cosa con la zurday de pronto alguno se da cuentarectifico procede a darse cuenta el idioma argentino dice las cosas pero largasy entonces las murallas se vuelven tabiques de madera terciadaal tipo no le queda de dónde agarrarse salvo de su propia corbatate avivaste gallo ciego pero no tenés no lenguajete la vas a armar Mallarméque vachaché Jacques Vachéwhat do you think cholitoqué sería de mí sin la máquina de escribirella me expresa tan bien sobre todo cuando se equivocaestoy candaso agodato diré más exhaustohay de mí cómo se pronuncian algunos actores de cinevos usté tú ta te ti corazón corazón qué vas a hacerle hacelle bla bla blasi no sabes ni siquiera sabés quién sos eres batime che KeiserlingOrteguita pasame el datoeh bien je suis argentinobservaréis marquéisque hablo bastante de mis tatarabuelosde mi educación de mi contorno social de mis angustiosos problemas linguísticospero nada digo de mis virtudes y mis vicios pero ñato pleaselo ético lleva de cajón a lo políticono les voy a dar el gusto a los rayados ni a los orejanos argentino señornosotros somos así vivos esencialmenteen nuestro suelo se acomodan veinte millones de habitantespreferimos las agachadas a los levantamientoseso lo decís por mí a que no sos capaz de repetirlonecesitamos que nos insulten dos vecesentonces casi nos agarramos a cachetazosnecesitamos un amigo que nos separepero decile que donde lo encuentre le voy a romper el almanecesitamos que el azar se pliegue a nuestra venganzaqueremos encontrar no buscarque busquen los foráneos petróleo o lo que seapero nos las sabemos rebuscarlo importante es postergar la responsabilidadmuchachos me estoy trabajando una mina fenómenoojalá no venga a la citatengo una pila de trabajo atrasadoojalá decreten feriado el viernesvos no te preocupés dejalo todo en mis manosmañana a las siete y diez te tengo listo el asunto sin faltay después pasamos de la extrema precisión a la extrema vaguedadvos esperate ya veremos hay tiempoy cuando ya no hay tiempo cuando el tiempo nos abandona se sacude de nosotros harto ya de ser prometido en vanoentonces venga la gran biaba de trabajoo mejor la rica improvisación la socarrona payada en una de esas la pegamos por qué noentonces agradecemos conmovidos los aplausos de nuestra barrita particular chas gracias chas gracias con las manos juntas más arriba de nuestros parietalesy bueno soy argentino

y bueno ésta es una tierra asímontones de fausto natural de miseria naturalpoquitos aborígenes que ya no son problemapuñados de blancos puñados de griese sueltos entre las leguaso de pronto envasados a presión a la orilla de un río teratológicopero sueltos tambiéncada cual solito por la calle Floridaqué sobresalto si alguien nos dirige la palabra en el subtegracias a dios el tango nos unificaqué más nos unifica no entiendo esta unidadalgunos ficheros tal vezel procedimiento es sencillo se toma un mostrador se pone detrás un funcionarioun funcionario es un hombre que fumay delante surge espontáneamente una colavea señor lo fundamental es llenar el formularioaquí los papeles son la realidadir a los papeles significa ir a la realidadpapeles son papeles flor de ontologíapapeles cantan qué poéticomirá que te hago la boleta qué sustopero después ay se me quemaron los papelesnuestras cosas empiezan en una corazonada y terminan en un expediente hay tantos expedientes al final todo parece nadael portafolio es el verdadero símbolo nacional no el gorro frigiocomo Sísifo con su roca cada argentino con su portafoliopor fuera cuero de vaca por dentro expedientes de vacascada fín de año en son de júbiloarrojamos por la ventana las hojitas de nuestros calendariosentonces se descubre que todas estaban vacíaslos trenes argentinos son pura formavacíos y radiantes pasan veloces por las estaciones sin parar en ningunalos edificios públicos tienen enormes pórticospero la gente debe entrar por la gatera del ordenanzaenormes escalinatas rampas rampantespero se sube por el pastitoaquí las vacunas nunca prendenlos timbres de alarma sólo suenan cuando se descomponenentonces de todos modos nadie se alarmala policía solo descubre a los terroristas cuando se les caen las bombaslos teléfonos se cortan solos ni las malas noticias pueden recibirse de un tiróncuando alguien lleva un libro en la mano es su autorcuando no es una caja de raviolesy de pronto salta Macedonio Fernandez zapateando un malambo con Pascualito Perezpero no me hable de la literatura argentina ni del atletismo nacionalno crean en lo general en el generalcrean en lo particular en el particularcrean en algunas firmas no crean en ningún sello aclaratorio
la realidad tiene más de veinticinco renglones por fojade qué sirve un papel bajo la lluviay bueno soy argentinoéste es el revirado canto natal que yo traigo aquíI'm sorry a usted le molestará sepa que a mi tambiénpero alguna vez tenemos que acercar la realidad a los papelesesta bronca me sale de ser argentinosoy gaucho y entiendanló soy de los de acá de este lugar y no de otrosoy argentino de la mejor y de la peor manera,ejorando las provincias presentes soy porteñoaquí me tienen al pié del obelisco mirando hacia arribayéndome de boca sobre el santo cieloaquí me tienen en este cine aguantando al zanguango que me patea toda la noche el respaldo del asientoaquí me tienen en esta esquina balanceándome peligrosamente sobre el cordón de la veredamientras los autos golososbuscan la bocacalle como lechones convergentes contra la ubre maternamientras las casitas de un piso más una balaustrada por si acasoalternan con los rascacielos de las ensanchadas avenidascomo infantil escritura donde las letras vacilan tambaleanBuenos Aires me tenés en cafúayo no puedo vivir sin tu agua en los pulmonesno puedo vivir sin este frío sin este calorme pongo el saco me saco el sacome pongo el chaleco el pullover la camisa me los saco me los vuelvo a ponerpero definitivamente me abrigo biensobre todo a las tres de la tarde un día de verano en el barrio bancariono vayan a pensar que éste es un país tropicalqué esperanza mijito nosotros somos muy civilizados tan nórdicoscomo el mejor noruego…

…en cuanto a vos patria sí patria a vos te estoy hablandoa vos ésa que está detrás de la palabravos che cielo favorito de los cúmulos cielo alambrado por el arco iriscielo que día a día me revive con su añagaza de luzcielo que tarde a tarde me asesta su beso planocielo que noche a noche me emborrachavos che tierra que por ahora te dejás estar abajo míotierra de las ciudades afrentada de cloacas embozada de asfaltotierra de los ejidos turbia de cascotitos y fósforos usados y los restos de un sapo tierra del campo tierra terráquea mejilla de planetache patria que volás entre cielo y tierra como pájaro entre sus dos alasyo te voy a decir lo que necesitásnecesitás muchos hijos insolentes calaverasgeneraciones de hijos desalmadosque te quieran que te odien furiosamente que te tomen como una curva cerradísimaque te tomen como una copa de cicutaque te tomen la mano la cinturayo pongo sobre vos y nada más que sobre vos todo mi cuerpoa esta luz me dieron a esta luz me doyy bueno soy argentino ■


César Fernández Moreno — Buenos Aires, 1919 - París, 1985) Poeta y ensayista argentino, representante de la Generación del 40, pero que se identificó con las posteriores, no sólo a través de su obra creativa sino como antólogo y teórico de las nuevas corrientes.Fundó y dirigió la colección poética Fontefriada y las revistas literarias Contrapunto, Correspondencia y Zona; fue crítico de cine en la revista Nosotros, colaborador del diario La Nación y de la revista Sur. Cubrió la etapa poética de la Generación del 40 como cronista y escritor; como crítico, situó principalmente los núcleos generacionales de la poesía de vanguardia argentina, lo que se documenta en su obra La realidad y los papeles (1967). Su primer libro, Gallo ciego (1940), contó con un famoso prólogo en verso de su padre, B. Fernández Moreno. A esta época también corresponden Romance de Valle Verde (1941), La mano y el seno (1941), El alegre ciprés (1941), La palma de la mano (1941). Sin embargo, en 1953, con la publicación de Veinte años después, va a dar un giro sustancial, dirigido a un nuevo tipo de poesía, menos preocupada por el brillo formal y abierta a lo que en aquellos años se conoció como poesía conversacional. Esta tendencia tuvo en el mismo Fernández Moreno, en el nicaragüense Ernesto Cardenal y en el uruguayo Mario Benedetti a sus máximos exponentes. En el caso del autor argentino, alcanzó su cumbre expresiva en el año 1963 con la publicación de Argentino hasta la muerte. En 1982, Fernández Moreno publicó Sentimientos completos, que reunía el conjunto de su obra poética hasta esa fecha.

Isidoro Blaistein: LA SALVACIÓN


Por Isidoro Blaisten* : LA SALVACIÓN


Buenas tardes, señor -dijo el viejo-, ¿qué desea? -Señor -dijo el hombre que buscaba la salvación-, ¿tiene algo que me salve?.El viejo dejó el lápiz encima de la boleta, lo corrió justo hasta el borde del talonario, cerró las tapas, apoyó las manos sobre el mostrador, ladeó la cabeza, y se lo quedó mirando por encima de los lentes.El hombre ya empezaba a ponerse nervioso.Por fin, el viejo dijo:-Ajá, ¿conque algo que lo salve?-Sí. ¿Tiene? -preguntó el hombre esperanzado.El viejo tiró de la punta que asomaba apenas, extrajo el lápiz y dio unos cuantos golpecitos en el mostrador.-Conque algo que lo salve -dijo nuevamente."Qué despacioso", pensó el hombre, "parece un telegrafista".El viejo arrugó la cara y miró los estantes de arriba, con un ojo achicado, como si estuviera recordando. Después volvió a observar al hombre, salió de atrás del mostrador, y se alejó hacia el fondo del local, que era muy largo y bastante oscuro. Regresó empujando lentamente una escalera con rueditas, que estaba unida por un riel a los estantes de arriba.El hombre notó que el viejo renqueaba un poco de la pierna derecha. Creyó que iba a subir, porque ya había apoyado la escalera, muy cerca de él, como a cinco pasos, pero el viejo la sacudió un poco verificando la solidez de los peldaños, se sonrió y dijo:
-Ahora, señor, si usted se diera vuelta...-¡Eso nunca! -dijo el hombre con el rostro demudado y haciendo un ademán de irse.- Por favor -dijo el viejo sonriéndose más todavía-.Por favor -volvió a decir-. No me interprete mal. Tiene que ser sin mirar. Dese vuelta y cierre los ojos.
El hombre se dio vuelta y cerró los ojos.El viejo tardaba. Por fin oyó que subía, respirando fuerte, como si le costase.El hombre hizo un amago de girar el cuerpo. Desde lo alto escuchó la voz del viejo.- Ah, no, así no vale. Ya le dije que tiene que ser sin mirar. Dese vuelta y cierre los ojos. ¡Y no espíe, eh!El hombre apretó fuertemente los párpados, tanto, que la cara se le distendió en una mueca, como si estuviese riendo con la boca cerrada.Atrás, arriba, el viejo estaba revolviendo algo, alguna mercadería, que hacía ruido a lata. De pronto el sonido cesó.El hombre sintió que el corazón le empezaba a latir apresuradamente. Tu vo miedo. El viejito no la podía encontrar.Ya la había vendido toda. Se daría vuelta en la escalera, y le diría:- Señor mío, lo siento mucho. No queda más. Ya puede mirar. Y bajando despaciosamente los escalones, agregaría:- Hasta la semana que viene no hay nada que hacer... Usted tendría que darse una vueltita el jueves, o más seguro el viernes.Entonces él, saturado de cansancio, preguntaría por rutina: -Y dígame, señor, ¿no sabe dónde se podrá conseguir por acá cerca?-Pero no le estoy diciendo, señor, que la semana entrante la recibimos seguro -insistiría el viejo ya un poco amoscado y apoyando la pierna renga en el suelo.-No, no puedo esperar. Gracias -y tendría que irse, y suicidarse con bicloruro de mercurio.Pero no fue así. El viejo seguía revolviendo cosas. "Probablemente debe de haber cajas de cartón, también", pensó el hombre, porque por momentos el ruido a lata se amortiguaba.El viejo dijo:-Ajá, já, por ai cantaba Garay.Por la forma como le salió la voz, parecía que estaba tironeando de algo. "Como si estuviera sacando una muela", pensó el hombre.-Ya está -dijo el viejo.El hombre dio un salto. Una media vuelta como los soldados.- Ah, no -dijo el viejo desde arriba-, sin darse vuelta.El hombre volvió a su posición. No había alcanzado a ver más que el saco color gris rata del viejo, un poco del pantalón marrón, de un marrón muy antiguo, porque le trajo un recuerdo impreciso de cuando era chico, y dos rayas anchas y blancas.La escalera empezó a crujir. El viejo bajaba. Al hombre le pareció que el descenso se le hacía interminable. De frente, escondiendo algo detrás de la espalda, el viejo tarareaba las palabras como los chicos:-Ya está, ya está, ya está.Llegó hasta donde estaba el hombre.- Ahora, sin espiar, se me va a dar vuelta para el otro lado -dijo.Y le apoyó la mano libre en el hombro, lo ayudó a girar, y verificó que tuviese los ojos bien cerrados.-¿Ya está? -preguntó el hombre.-Ya va a estar, ya va a estar -dijo el viejo pasando detrás del mostrador.Hizo un ruido con la bobina que al hombre le pareció raro, sobre todo al tirar del papel y al cortarlo. Pensó que ya estaba exagerando. "Cuánta parsimonia", se dijo. "Evidentemente, ya está haciendo el paquete. "Y lo que el viejito le estaba por vender debía de ser bastante pesado, porque hizo un ruido contundente al ponerlo sobre el mostrador.- ¿Ya está? -volvió a preguntar el hombre, impaciente, aunque sabía que no estaba, porque recién, recién el viejito lo había acomodado para envolverlo. -Ya va a estar, ya va a a estar -y el hombre oyó nítidamente el crujido del primer doblez.Además, pensó, debía de ser cuadrado, porque el viejito hacía los pliegues con golpes secos, como siguiendo con la palma de la mano unos ángulos rígidos. Ahora le estaba poniendo el piolín.El viejo cortó el sobrante del hilo. "Seguro que con un alicate", pensó el hombre. Después el viejo golpeó con el paquete ya hecho sobre el mostrador y dijo, canturreando la a final como dándole la seguridad al hombre de que efectivamente había terminado: -Ya está.El hombre primero abrió los ojos, después sacudió la cabeza como un nadador que sale del agua, se dio vuelta y miró el paquete.El viejo lo sostenía colgado del moñito, con dos dedos, en un gesto casi gracioso. El hombre vio que tenía forma de prisma, y que estaba eficientemente hecho, con papel madera verde."La verdad, que da gusto", pensó. Y sonriendo, lo agarró con las dos manos, como si sacara la sortija.Lo tuvo un momento contra el pecho. Después, como si recapacitara, lo puso debajo de la axila, y metiendo la mano en el bolsillo del pantalón, preguntó apurado:-¿Cuánto es?- Novecientos noventa y cinco pesos -dijo el viejo-. ¿Necesita factura?-No, no hace falta -dijo el hombre.El viejo rebuscaba en el cajón del mostrador. El hombre hizo un gesto con la mano rechazando el vuelto.- Está bien, señor, déjelo.- Valiente -dijo el viejo dándole una moneda de cinco pesos-.Que lo pase usted bien. Buenas tardes -Y se agachó para recoger el lápiz que se había caído.El hombre apretó el paquete y salió. Recién entonces se dio cuenta de que al abrirse la puerta, sonaba como un carillón, o una caja de música.El paquete era más o menos como un ladrillo, no tan grande, como le había parecido al verlo, ni tampoco tan pesado.El hombre deshizo el nudo con impaciencia, y consiguió desenvolver la primera vuelta del hilo, porque el viejo le había dado dos. Cuando le estaba sacando los parches de dúrex, y mientras pensaba: "Qué curioso, no me había dado cuenta de que le había puesto dúrex. Prolijo, el viejito", lo atropelló el Mercedes de color verde musgo.
Prácticamente le aplastó la cabeza con la rueda izquierda.Se juntó un montón de gente.Lo taparon con una bolsa de cal, que un corredor de seguros mandó traer enseguida de la obra en construcción que estaba al lado.Cuando llegó la ambulancia, todos se corrieron y le dejaron paso. Deportivamente, bajaron el chofer y el practicante; parecían dos jugadores al entrar a la cancha. Trotaron hasta el hombre, se agacharon, lo destaparon y se miraron entre ellos.El practicante quiso saber qué había en el paquete. El muerto lo sostenía apretado contra el pecho. Trató de abrirle las manos, pero no pudo. Tampoco pudo separarle los dedos. Entonces lo llevaron al hospital Pirovano. Lo bajaron con camilla y todo, y lo dejaron en la guardia, encima de otra camilla verde, con las patas despintadas.El enfermero fue a llamar a la doctora.Vino la doctora. La doctora era joven y gorda. Hablaba como un hombre, y decía malas palabras. Cuando lo destapó, hizo un gesto negativo con la cabeza.Sintió curiosidad por el paquete. Intentó sacárselo. El practicante le dijo que no era tan fácil, que él ya había probado.La doctora dijo, poniendo cara de inteligente: "Es que los muertos son muy duros". Y el practicante dijo: "Sí, parecen hijos de vascos".La doctora tironeó de los restos del dúrex, y los desprendió. Sacó el papel nerviosamente, el doble papel, porque el viejo había sido muy minucioso. Entonces su expresión cambió. Su cara tenía ahora un visaje de asombro y desencanto.La doctora creyó necesario hacer una frase entre el silencio de todos. La ocasión era propicia y a la doctora le gustaban mucho las frases. Miró alternativamente al enfermero, al chofer y al practicante, y dijo:- Vean a qué cosas se aferran los seres humanos. ■

sábado, 19 de septiembre de 2009

Buenos Aires en el recuerdo: PARQUE JAPONÉS




El Parque Japonés estaba a ubicado en el Paseo de Julio (1) entre la avenida Callao y la bajada de la Recoleta. Se trató de una obra faraónica por sus características, la más importante en su género para la Argentina de 1911, demandando una inversión calculada en dos millones de pesos. Se inauguró el 3 de febrero de ese año, generando la expectativa de los porteños. Treinta años después de su desaparición esos mismos terrenos sirvieron a la instalación del “Ital Park”.Buenos Aires, 1911Todavía brillaban los resplandores emotivos de la gran fiesta del centenario y en el recuerdo de todos permanecía el paso del cometa Halley. Comienza la segunda década del siglo XX y el mundo continúa sus significativas transformaciones. Amundsen llega al Polo Sur, mientras convulsiones políticas se suceden en Portugal, España y China. Italia se embarca en una guerra contra Turquía. En la Argentina, el 4 de julio el gobierno sanciona la ley N° 8.129 que dispone el enrolamiento obligatorio y establece el padrón militar de los ciudadanos. El doctor Roque Sáenz Peña, acompañado de Victorino de la Plaza, se encontraba al frente del Poder Ejecutivo. La ley que llevaría el nombre del primero estaba ya en proceso de germinación y la dirigente feminista Julieta Lanteri reclama e1 voto pera las mujeres ante su inminente aprobación. Comienza a sentirse el peso de un país ya centenario que asimilaba el gran caudal de inmigrantes, especialmente italianos y españoles, recibido en los treinta años inmediatamente anteriores. Se inician las obras de Puerto Nuevo a lo largo de 5 kilómetros de la costa norte para facilitar el creciente flujo del movimiento comercial desde y hacia ultramar.
En este año llega el dirigente socialista francés Jean Jacarés y Buenos Aires lo escucha en varias conferencias. Se fugan trece presos de la vieja Penitenciaria de la avenida Las Heras, sembrando terror en las calles porteñas. Surge un dúo que será memorable, Carlos Gardel y José Razzano, que durante varios años interpretará tangos y también temas criollos. Los intrépidos Florencio Parravicini y Jorge Newbery, entre otros audaces, obtienen el brevet de piloto. Además se realiza el primer vuelo que lleva el correo entre Buenos Aires y Rosario. También se funda la Escuela de Aviación en El Palomar y los porteños se asombran ante el novedoso vuelo de un avión sobre la ciudad. Es el año de la muerte del eminente Florentino Ameghino.Una zanja abre la ciudad al iniciarse la obra de la primera línea de subterráneos de Sudamérica, la conocida línea “A”, desde Plaza de Mayo a Plaza Miserere, desde donde seguirá luego al Caballito. Buenos Aires brilla orgullosa en su porteñismo y su rápida asimilación de las artes, la arquitectura y las letras europeas. Es la época de la fundación del “Parque Japonés”.Un tango para el recuerdoY para entrar en tema, nada mejor que iniciarlo con la letra de un tango, donde se califica de “bandido” a un habitué del Parque Japonés. Veamos por qué. Dice así: “Del barrio la mondiola sos el más rana y te llaman Garufa por lo bacán, tenés mas pretensiones que bataclana que hubiera hecho suceso con un gotán. Garufa vos sos un caso perdido, tu vieja …dice que sos un bandido, porque supo que te vieron, la otra noche, en el Parque Japonés…”El cantor Alberto Vila graba y estrena, en 1927, el tango Niño bien cuya letra pertenece a Víctor Soliño y Roberto Fontaina y la música a Juan Antonio Collazo. En el libro Tangos, Letras y Letristas de José Gobello y Jorge A. Bossio puede leerse la cita que estos últimos hacen transcribiendo las palabras del mismo autor, Soliño, para referirse al reciente estreno de Garufa: “Niño bien poco antes había marcado un éxito. Quizá porque su letra humorística pareció en aquel momento una reacción contra los tangos lacrimógenos. Y se convino en que había probabilidades de que una repetición del intento podía significar un acierto. Allí mismo empezamos a pensar en Garufa. En pocos días Juan Antonio Collazo, Roberto Fontaina y yo presentábamos a la alta cátedra de la cantina del Atenas la nueva producción.” (…)
Así, hacia finales de 1928 nació Garufa, una de las más conocidas composiciones de los “Atenienses” que Vila registra en discos RCA Víctor el 2 de noviembre de 1928. Soliño aportó en su autobiografía (2) algunos datos para explicar una modificación sufrida por la letra original, diciendo que el barrio La Mondiola “…era una zona brava de compadritos, donde podía pasar cualquier cosa. Pero como esto acontecía del otro lado del Plata, el estribillo que menciona al porteño Parque Japonés levantó sospechas. Una presunta explicación es que originalmente ese verso decía ‘… en la calle San José’, arteria de una antigua mala reputación en Montevideo. Y una madre podía llamar ‘bandido’ a su hijo por ser habitué de los prostíbulos, antes que por ir a un stand de tiro al blanco”. Queda entonces disipada la duda. No será por la inocencia de las andanzas del personaje en el parque que le da nombre, sino más bien porque ¡lo vieron en la “zona roja” de esos tiempos! En lunfardo, garufa significa diversión. Gobello aclara que es un vocabulario de etimología incierta. (3)Una confusión de parquesHasta aquí no hay algo que llame especialmente la atención, a no ser la referencia al “Parque Japonés”. Sin embargo, todavía hoy, en 2003, es común escuchar a personas mayores de cincuenta años contar anécdotas y recuerdos sobre ese lugar.Esto podría llamarnos la atención, salvo porque quienes atesoran esos recuerdos deberían tener como mínimo 80 años, dado que el citado parque cerró hace casi 73. La confusión es comprensible, pues hubo un “Parque Japonés” inaugurado en 1911, que cerró en 1930, y otro también llamado popularmente “Nuevo Parque Japonés” que abrió en 1939. La estructura e instalaciones de este último nada tenían de japonesas; después pasó a llamarse “Parque Retiro” hasta su cierre y demolición en 1962. El cambio de nombre se debió a la ruptura de relaciones entre la Argentina y el Eje, el 26 de enero de 1944, hecho que culmina con la declaración de guerra el 27 de marzo de 1945, poco antes de su finalización. Aclarada la confusión, avancemos sobre el “Parque Japonés’ citado en Garufa.
Un arquitectoSiete años antes había llegado el arquitecto Alfredo Zücker, uno de los exponentes de la corriente arquitectónica germana. Nacido en Friburgo (Suiza) en 1852, desde 1874 hasta 1904 estuvo radicado en Estados Unidos, donde proyectó importantes obras como la catedral de San Patricio, el Guilliard Building, el Majestic Hotel, el Harlem Casino y el Opera House de Meridian. En Buenos Aires también dejó su impronta arquitectónica, entre las que se destacan el edificio para la Empresa Villalonga, en la esquina de Balcarce v Moreno, y uno de los primeros rascacielos de Buenos Aires, el Plaza Hotel, de 60 metros de altura, concretado por encargo de Ernesto Tornquist en 1908. Allí incorporó a gran escala las por entonces novedosas carpinterías de hierro. Otras maravillosas realizaciones fueron el ya demolido Avenida Palace Hotel, el Gran Hotel Casino en Vértiz y Pampa; la Casa Galmarini en Alsina 1867 y el parque de diversiones que motiva esta nota.Inauguración y comentarios periodísticosLa inauguración oficial se realizó el viernes 3 de febrero de 1911 y fue abierto al público al día siguiente. El diario La Nación de ese viernes publicó una nota de cinco columnas con dos fotografías con los epígrafes “Circo Romano” y “Estación del Ferrocarril Panorámico”. De ese artículo transcribimos el siguiente fragmento: “En el parque japonés se realizó anoche la fiesta con que obsequiaba a los miembros de la prensa el directorio de las exposiciones internacionales, con motivo de la próxima inauguración. Orientado en la dirección del Paseo de Julio, con ubicación dentro de las seis hectáreas de terreno comprendidas entre la línea del ferrocarril Central Argentino, Callao y Recoleta, aquel tiene tres entradas; In principal frente a la calle Ayacucho, la de carruajes y automóviles con acceso al restaurant del Club Japonés, correspondiendo la otra a Callao, inmediata a la falda sur del volcán Fuji-Yama. De potra arquitectura japonesa, se destaca de estas tres entradas la de Ayacucho que es una casita nipona con toda las características de línea, colorido y luz que tan sugerentes hacen estas viviendas asiáticas. Las otras dos, de construcción más sencilla pero del mismo estilo, llaman igualmente desde lejos la atención por su gracia exótica; la impresión que se experimenta una vez en el parque japonés y la visión en primer término de la mole clásica del circo romano contrastando con el fondo rocoso y bravío de la montaña del Fujiyama que se erige sobre la orilla acantilada del gran lago, semeja una maravillosa transposición n un paraje extraño y bello donde todos los medios de solaz hubieran sido reunidos. El circo romano, reproducción del de la antigua ciudad de los Césares, se levanta en primer término con sus ciento veinte columnas, seis esfinges y los dos pabellones que flanquean el escenario inmenso, abierto al cielo y en donde son posibles los desfiles interminables de cabalgatas y comparsería por las dos rampas laterales que desde los subterráneos ascienden a la arena. El circo tiene capacidad pera 3500 espectadores sentados y el anfiteatro ofrece la particularidad que desde cualquier punto de observación no se pierdo detalle de lo que ocurre en la arena o en el escenario. Los palcos y los asientos están construidos como el auténtico circo romano. El volcán Fujiyama con su cráter entre nieves eternas se abre a considerable altura sobre el nivel del gran lago y del lago menor.

Esta montaña de dos cumbres con una bese de cuadra y media está penetrada en sus vertientes, hendeduras y abismos por los rieles de un servicio de dos coches cada uno, llamados trenes panorámicos. Durante el recorrido de mil metros, se penetra en toneles, se recorren valles, se ascienden cuestas, se deslizan pronunciadas pendientes y siempre y en todo instante se experimenta la sensación de un viaje aéreo atrevido. Dos lagos bañan la falda del Fujiyama, el gran lago y el lago menor, con una diferencia de nivel de 0,65 metros, lo que determina, por medio del canal subterráneo citado y un aparato elevador, el movimiento continuo de las agua. Descuellan en el centro del gran lago sobre mansa superficie surcada por canoas, los quioscos japoneses de las islas de las Gueisas. Dando vuelta por la avenida principal de los jardines y rodeándole circo romano hacia el norte, se hallan las ruinas de Taj Mahal a la margen del lago menor donde se toma pasaje en el tren panorámico y sobre el canal que luego cruza las entradas del monte hasta comunicar, como se ha dicho, con el gran lago. En estas ruinas empalma la línea de los botes del WaterChute con los trenes del Fujiyama, según reza el rótulo de uno de los sillares. Estos botes hacen un recorrido subterráneo y ondulado antes de salir lanzados al lago menor, igual en longitud y duración al de los trenes. El Club Japonés es una construcción de estilo nipón que habrá de ser el punto de reunión para las clases elegantes. Llama la atención en el comedor de invierno la reproducción exacta del templo Nico de Tokio. El pabellón de música es de líneas graciosas y delicadas que se destaca en las inmediaciones del club y frente a la casa de té (TiaYa). Aparte de otras numerosas diversiones que tiene el parque japonés, como la reproducción del terremoto de Mesina, donde se presencia desde el comienzo al fin el desastre que aniquiló a esta ciudad, el círculo de la risa donde una simple ley física es aprovechada para pasar un rato de hilaridad, riéndose de los otros y de sí mismo, está la curiosa aldea indostánica establecida en el extremo norte de los jardines con sus talleres y fábricas, bazares y objetos de la India.”

Ese mismo día, el diario La Prensa (4) publica una nota cuyo tono crítico se asemeja a una advertencia, que luego lamentablemente se cumpliría, relativa a su futuro funcionamiento. Se titulaba “Sobre una diversión pública. Conveniencia de realizar una inspección” y decía lo siguiente: “Inspirada en loables fines de seguridad pública, una persona entendida en tales asuntos, nos ha hecho ver la conveniencia de indicar a la Intendencia Municipal, la necesidad de realizar una detenida inspección técnica en las instalaciones del local de diversiones titulado Parque Japonés, que según se anuncia, se inaugurará mañana. Parece que la empresa que ha construido los edificios de los citados jardines y que se prepara a explotarlos por un crecido número de arcos, ha hecho caso omiso de las ordenanzas a cuyos términos debe sujetarse esa clase de construcciones, lo que entrañaría toda una serie de grandes y casi inevitables peligros para el público, en caso de un siniestro. En primer lugar se ha hecho uso y abuso de la madera liviana, lona y paja en las construcciones que representan montañas del Japón, las cuales forman un verdadero dédalo de pasadizos, corredores y estrechas galerías, todo destinado a la circulación del público, en trenes denominados panorámicos e iluminados con lamparillas de luz eléctrica. Después, no se ha consultado a nadie para establecer el servicio contra incendios, el que según los empresarios “de sistema norteamericano” y consiste en unos cajones de madera forrados por dentro de zinc y colocados en el interior de la montaña, por la que circulan unos pequeños trenes eléctricos. (…)”Continúa la nota dando detalles referentes a defectos del sistema hidráulico, que considera no apto para utilizar en caso de incendios. Cuestiona además la instalación eléctrica, advirtiendo que los cables fueron colocados sobre la madera sin tubos aisladores con el peligro de un eventual cortocircuito. Finaliza con una queja acusando de negligentes a las autoridades municipales y exigiéndoles una inmediata inspección, como así también el cumplimiento de las reglamentaciones vigentes.
El vespertino La Razón de ese mismo 3 de febrero comenta la inauguración oficial, ilustrándola con una fotografía tomada desde lo alto. La revista PBT (5) del 11 de febrero hace mención a la presencia del intendente doctor Joaquín de Anchorena y presenta una fotografía del interior del parque, en la zona de la “Aldea Indostánica”, donde se aprecia a un conjunto de indostanos con sus correspondientes indumentarias y atuendos. Caras y Caretas (6) exhibe dos fotografías, una del imponente “Circo Romano” y otra aérea donde se visualiza el “Tren Panorámico”. El texto derrocha elogios a su arquitectura y describe algunas particularidades, por ejemplo que “… En el centro del “Gran Lago”, cuya superficie surcan canoas, se advierten los kioskos japoneses de las “Islas de las Gueisas”… Cerca del club y frente ala “Casa de Té” se encuentra el “Pabellón de música”, de graciosas líneas y excelentes condiciones acústicas…”En lo referente al “Circo Romano”, el artículo destaca que “… los trajes, armas e indumentaria general que ostenta la corte imperial constituyen una rara reproducción fidelísima de la verdad histórica, que se extiende hasta la notable semejanza física del artista que interpreta a César. La idea de esta obra genial se debe a un conocido arquitecto, quien no ha descansado un momento hasta ver realizada su feliz iniciativa, dotando a Buenos Aires de un parque espléndido, por el que ya han desfilado, en sólo seis días, mis de 150.000 personas, y cuya construcción ofrece la garantía de solidez y seguridad, que le preste la inspección diaria ejercida en las obras por el ingeniero municipal señor Iturbe. (…)” Es posible que este comentario haya surgido con intención de disipar las opiniones críticas hechas, como vimos, unos días antes por La Prensa.La nota finaliza diciendo que “En opinión de muchos, el Parque Japonés es mejor y más completo que el Coney Island, el Luna Park de París, o la gran White City, de Londres, por cuyo triunfo merece el autor del proyecto, señor Zucker, una entusiasta felicitación, que liaremos extensiva al director general, señor Richard Savade, por el acierto demostrado en la organización interna del parque”.
La inauguración del 4 de febrero y la habilitación al público contó con notables avisos publicitarios en los medios periodísticos. La Nación publicó uno a tres columnas por 23 centímetros y La Razón otro a cuatro columnas por 25 centímetros, siendo el texto de ambos muy parecidos. Numerosos avisos exaltando la variedad de diversiones se sucedieron durante los días siguientes a la inauguración. La Nación del domingo 26 de febrero publica uno de grandes dimensiones, a seis columnas por 26 centímetros, que llama la atención porque se ofrece un premio en libras esterlinas en un concurso de trajes asiáticos. Y el precio de la entrada ya no es de 50 centavos sino de un peso.
Un accidenteAntes que el maravilloso parque cumpliera su primer mes, quizá por alguna de las razones que advirtiera La Prensa, se produjo un incendio que pudo ser rápidamente sofocado y felizmente no cobró víctimas. Se inició aproximadamente a las 0.40 de la madrugada del viernes 13 de marzo. A1 respecto, La Razón de ese mismo día dice que el posible origen del siniestro podría haber sido la falta de agua. El incendio destruyó totalmente las instalaciones del local donde se exhibía el espectáculo titulado “El terremoto de Messina”, quemándose además “… pequeñas barracas colocadas a espaldas del sitio donde se inició el fuego, en las cuales funcionaban distintos juegos, como ser el billar japonés, tiro al blanco, la pesca y otros… por un corto circuito o falla en el simulador de fuego”.Una vez pasado este accidente sin consecuencias, el Parque Japonés con su equilibrada conjunción de exotismo, fieras, ambientación japonesa, aldea indostana, montaña rusa de 50 metros de altura y una tecnología de avanzada para la época, que permitía efectos especiales, siguió provocando el asombro de los porteños, gente del interior y hasta turistas extranjeros. Toda esa presencia de personas de diversos orígenes también daba lugar a un curioso fenómeno, ya que en las cercanías del parque y en los lugares marginales del Paseo de julio, la noche nucleaba prostitutas, cafishios y malandras. De allí la ironía de “Garufa” cuando utiliza la expresión “… dice que sos un bandido…”
El Parque Japonés en la literaturaSegún refiere Horacio J. Spinetto en su trabajo “Retiro, testigo de la diversidad”, Raúl González Tuñón escribió en 1922 su hermoso poema “Eche 20 centavos en la ranura” en el viejo bodegón I Reí del Vini. Este poema da cuenta de la variedad de diversiones de este pintoresco parque. Por veinte centavos introducidos en la mágica máquina podían verse unas audaces “vistas” de hermosas mujeres gordas que exhibían sus piernas en mallas, por supuesto enterizas…“Cien lucecitas: Maravilla de reflejos funambulescos. Aquí hay mujeres y manzanilla. Aquí hay olvido, aquí hay refrescos. Eche veinte centavos en la ranura Si quiere ver la vida color de rosa” (…).Cabe destacar que el músico y cantor argentino residente en París, Juan “Tata” Cedrón, lo musicalizó y grabó en la década del sesenta. Se ha discutido acerca de los setenta balcones que inspiraron a Baldomero Fernández Moreno su famoso poema. ¿Dónde están? ¿En Callao y Corrientes? ¿Pueyrredón y Corrientes? ¿En Flores? Están frente al sitio donde se encontraba el “Parque Japonés”.El escritor y periodista Roy Bartolomew se encargó de aclarar la confusión aunque posteriormente, como luego se explicará, volvió a generarse. En una nota publicada en La Nación con el título Los setenta balcones y ninguna flor, ¿dónde?, relata que el 13 de junio de 1950 en el antiguo local de la SADE en calle México se le entregó a Fernández Moreno el Gran Premio de Honor. En su discurso de agradecimiento, el poeta habló de lo efímero de todo, hasta de sus poemas, sobre los cuales indicó que apenas sobrevivía uno, los “Setenta balcones y ninguna flor”, y según palabras de Baldomero, citadas por Bartolomew y confirmadas en Introducción a Fernández Moreno por su hijo César, “Todo se pierde, se escabulle, se evapora, y entre cientos y cientos de versos, después de publicaciones, declamaciones, diríase que no sobrenadarán más de dos ó tres peces tornasolados, qué digo, uno solo; los “Setenta balcones y ninguna flor”, ante cuyo anuncio se dibujaba en mí una sonrisa de ardua interpretación. Setenta balcones, ni uno más ni uno menos. Los de una casa nueva en Paseo de Julio, alturas del primitivo Parque Japonés, contados una noche es fumosa, en compañía de Pedro Herreros, desde un banco de piedras. Amigos, yo no soy más que el autor de “Setenta balcones y ninguna flor.”

Este testimonio tendría que haber cerrado la polémica, pero la confusión volvió a generarse cuando más de un periodista, no bien informado, citaba al edificio frente al Parque Japonés como ocupando “… el sector donde hoy se alza el Sheraton Hotel”, es decir refiriéndose al “Nuevo Parque japonés”. Arias Divito creía que el edificio Femenil, de Rivadavia al 5800 había sido el inspirador, porque en esos años el poeta vivía en San José de Flores y consideraba que no sería extraño que a diario pasara por allí, aunque el edificio de marras fue construido posteriormente a la concreción del poema.Es cierto que la mayoría de los porteños creen y en consecuencia “han determinado”, que el edificio sería el de Corrientes y Pueyrredón, en el barrio de Balvanera. Un simple recorrido por los balcones de este hermoso conjunto nos dará con seguridad, más de setenta balcones.En un relato que apareció publicado en 1986, Adolfo Bioy Casares hace una mención interesante, por su descripción, de esta ámbito en el momento de iniciarse los graves episodios de la “Semana Trágica” de enero de 1919. “…En cuanto al año, no caben dudas: 1919. Los muchachos no sabían qué hacer y decían que en la ciudad no había un alma, porque alg irnos amigos ya estaban veraneando. Salcedo convino en que el Parque Japonés quedaba cerca. Agregó: Será cosa de ponerse el rancho e ir en fila india, buscando la sombra. Están seguros de que en el Parque Japonés funciona el Nóumeno preguntó Arribillaga. Carlota dijo que sí. El Nóumeno era un cinematógrafo unipersonal, que por entonces daba que hablar, aún en las noticias de policía… Vale la pena costearse dijo Arribillaga para hacernos una opinión sobre el asunto. Entraron en el Parque Japonés. Arturo advirtió con cierto alivio que nadie se apuraba por llegar al Nóumeno Lo malo es que no era el único peligro. También estaba la Montaña Rusa. Para sortearla, propuso el Water Shoot, al que subieron en un ascensor. Desde lo alto de la torre, bajaron en un bote, a gran velocidad, por un tobogán, hasta el lago.
Pasaron por el Disco de la Risa, se fotografiaron en motocicletas Harley Davidson y en aeroplanos pintados en telones y, más allá del teatro de títeres, donde tres músicos tocaban Cara sucia, vieron un quiosco de bloques de piedra gris, en papier mache, que por la forma y por las dos esfinges, a los lados de la puerta, recordaba una tumba egipcia…” (7)Encontramos en los Cuentos Completos de Silvina Ocampo, editados por Emecé el trabajo titulado “La casa de los tranvías”, donde la singular escritora relata a través del personaje principal, un mayoral, que “…desde ese día la cartera dormía debajo de la almohada y las noches fueron angustiosas, llenas de sueños de rieles venenosos enroscados alrededor de su pescuezo en el Parque japonés.”Francisco García Jiménez, desde la nostalgia escribió: “…El amplio jardín de diversiones estaba instalado en ese bajo entre Recoleta y Retiro, comprendido por el final de las calles Callao y la prolongación de Junín, hasta llegar a las vías del entonces ferrocarril Central Argentino… Ninguno corno aquel Parque Japonés de nuestra nostalgia, que la empresa Tornquist (después Seguro) realizó tomando como modelo las ferias de atracciones de Europa y Nortemérica. Desde la “montaña rusa” con su vertiginoso trencito de ascensiones, curvas y descensos terroríficas, hasta el jolgorio de sus espejos deformantes; desde el “cafe?walk” al disco de la risa; desde la rueda gigante al “lago misterioso y de la sugestiva adivina al fakir del increíble lecho de clavos de punta que el visitante encontraba al paso todas esas excéntricas distracciones en las que el ingenuo entra con el aire avisado del listo, y el listo no tiene inconveniente en pasar por ingenuo. Inofensivo sofisma que, como estilo de vida, sería la solución de muchos problemas de la humanidad, sí no fuera que el sofisma juega solamente en el ´flanco’ despreocupado de una feria de diversiones. El Parque japonés que ofrecía todas esas y tantas más, durante las noches de la semana entera y las “matinées” del domingo, con extraordinario aporte popular y especialmente de gente menuda, tenía renos nocturnos “jueves de moda”, que, más que por un afán taquillero de la empresa, eran “de moda” por imposición de una selecta concurrencia que había dado en frecuentarlos. En esos jueves veraniegos se lucia merecidamente, en el muy expectable quiosco musical del parque una banda de eléctrico repertorio”. (8)
Del Diario de Antoine de Saint Exupery extraemos: “15 de diciembre de 1930. Mis amigos y sus esposas nos han invitado a Consuelo y a mí a pasear por el Parque Japonés. Había allí gran cantidad de gente, especialmente niños. Me atrajo su construcción con moderados toques de exotismo oriental. Hay en el centro un Lago Menor y un Gran Lago, y ente ellos, se levanta una réplica del volcán Fujiyama. que tiene unos toneles por los que pasa el famoso trencito. En el centro del Gran Lago, donde pudimos navegar en canoas, se encuentran los quioscos japoneses de las islas de las Geishas. Dentro del Fujiyama hay un estanque interior con grutas de estalactitas y estalagmitas. También visitamos la réplica del Circo Romano. Los juegos que más nos impresionaron fueron el looping de loop, desaconsejado para personas impresionables, el juego de las olas, el terremoto de Messina y el famoso water chute, donde en un carrito nos lanzamos por una pendiente al agua de un lago artificial. Consuelo no quiso volver sin antes disfrutar de las pistas de baile, animadas por orquestas de tango”. (9)
Un testimonio De los casi veinte años de vida del Parque Japonés quedan muy pocos testigos. Es muy difícil encontrar testimonios, pues se hacen necesarios diferentes factores, como tener más de ochenta años, haber estado en Buenos Aires y gozar de buena memoria. No obstante, pudimos hablar con una persona que tenía trece años cuando el Parque Japonés ya estaba por desaparecer. Además de recordar la montaña rusa y las lanchas del lago, nos dijo que la entrada daba derecho a un juego gratis, pero como no estaba aclarado, más de una persona no la utilizaba, “y ahí estábamos los chicos en la puerta del parque para pedir la entrada, ya inútil pero que nos permitía disfrutar de un juego; cuando teníamos varias, entrábamos”.El finalLa concesión municipal original caducó en 1925 y el parque continuó funcionando con un permiso precario. Nada anormal sucedía. Cinco años después, en el mediodía del 26 de diciembre fue destruido por el fuego. Ya no se trató de un incendio menor sino total. Las causas que le dieron origen jamás fueron aclaradas. La Nación del sábado 26 de diciembre nos refiere que “La Montaña Rusa del Parque japonés fue destruida Por un incendio que estalló en la mañana de ayer” y al comentar el hecho descarta que se debiera a causas de origen eléctrico. La Prensa del mismo día lo hace titulando que “Un Violento Incendio Que Se Declaró Ayer A Mediodía En El Parque Japonés, Destruyó En Parte La Montaña Artificial Por Donde Circulaba El Tren Eléctrico”, invalidando también la hipótesis del origen eléctrico del siniestro, informando en cambio que “el fuego pudo iniciarse a consecuencia de haberse desprendido una chispa de alguna de las locomotoras del ferrocarril Central Argentino que realizan maniobras por las vías próximas a la montaña…”.
También el diario vespertino Crítica titula la noticia en primera plana, “Se Incendio Hoy El Fujiyama. Es la célebre Montaña del Parque Japonés”, dejando para el interior una extensa nota encabezada “Ha Desaparecido Un Pedazo De Nuestra Historia Emocional”. Durante el año entrante, 1931, permaneció como parque abierto, hasta que en 1933 se demolió el “Teatro Romano”. Luego, en 1939 aparecería el nuevo “Parque Japonés” y en 1960 el “Ital Park”. Pero esos parques, también desaparecidos, ya corresponden a otra historia y a un Buenos Aires diferente.
BibliografíaGOBELLO, José y Bossio, Jorge A. Tangos, letras y letristas I. Editorial Plus Ultra.LUQUI, julio A., La Recoleta, apuntes sobre el barrio. Cuadernos del Águila. Fundación Banco de Boston.SPINETTO, Horacio J., Retiro, testigo de la diversidad. Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires. Cuaderno N° 3. Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.Diario La Nación. Años 1911 y 1930.Diario La Prensa. Años 1911, 1930 y 1983.Diario Crítica. Años 1911 y 1930.Revista PBT. Revista Caras y Caretas.Notas1 - Actual Avenida del Libertador.2 - SOLIÑO, Víctor, 1967, Mis tangos y los atenienses, Montevideo, República Oriental del Uruguay, Editorial Arca.3 - GOBELLO, José, Nuevo diccionario lunfardo, Buenos Aires, 1994, Ediciones Corregidor.4 - Diario La Prensa, Nro. 14.714, Buenos Aires, viernes 3 de febrero de 1911 .5 - Revista PB.T., Nro. 324, Buenos Aires, 11 de febrero de 1911.6 -Revista Caras y Caretas, Nro. 645, Buenos Aires, 15 de febrero de 191 I.7 - BIOY CASARES, Adolfo, “Nóumeno”, en Historias desaforadas. 1986.Tomado de la página www.literatura.org/Bioy/noumeno/html (junio de 2003).8 - GARCÍA JIMÉNEZ, Francisco, Así nacieron los tangos.9 - Tomado de
http://saint-exupery.com.arld
¡ario.htm, junio de 2003.10 - Testimonio del señor Serafín Oterino, que agradecemos.Esta nota fue publicada en “Historias de la Ciudad - Una Revista de Buenos Aires” (N° 22, Agosto de 2003)